Page 126 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
conatos de protesta en la ciudad de Guarenas y en el ter-
minal de pasajeros del Nuevo Circo de Caracas, la radio
y la televisión estuvieron presentes. Las cámaras siguieron
la chispa del levantamiento popular desde el mediodía del
27 de febrero. Ya en la tarde, todo se movía en las panta-
llas como en cámara rápida, en un incesante torbellino de
imágenes. De todos los cerros que rodean a la ciudad ba-
jaban masas humanas a incorporarse a los saqueos. Quien
una hora antes miraba los acontecimientos en su televisor,
ahora aparecía en la pantalla, corriendo con una cocina al
hombro o intentando derribar la reja de alguna casa co-
mercial. Parecía haberse metido en su aparato de tele vi sión
para involucrarse en los acontecimientos. Así se cruzaban
la realidad y las imágenes. El televidente pasaba al rol de
saqueador y viceversa. Asomarse a la ventana del aparta-
mento o de la casa daba un pedazo de visión de lo que ocu-
rría en la calle; en cambio, la pantalla chica entregaba lo
que estaba pasando en toda la ciudad y, pronto, en todo el
país, a través de corresponsales y enviados especiales a las
principales ciudades del interior.
Las imágenes de saqueos, carreras, empellones, ac-
ción policial, detenidos, muertos y heridos, más que su-
cederse, se yuxtaponían y entrecruzaban en una suerte de
inusitado collage. Los periodistas corrían detrás de todo
esto. Los escritores, en sus casas, estaban abrumados. En-
cima les caía una lluvia de historias y hechos que no tenían
por dónde asirla. La televisión no solo reflejaba la realidad,
también la construía con su descarga de imágenes inco-
nexas. El sentido de la realidad estaba en un limbo, si no
se había perdido. Por eso, cuando retornó la calma —la
tensa calma de los días siguientes—, todos nos sentíamos
culpables de algo. Quienes no se movieron de sus casas
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