Page 121 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
en el alma popular, preferían hablar de «repliegue táctico».
Algunos persisten en la lucha armada, pero con escasos
focos dispersos en el país, que se fueron extinguiendo con
el tiempo. No se pudo, por entonces, tomar el cielo por
asalto. La utopía seguía siendo eso: utopía.
La década de los ochenta, llamada la «década perdida»
para Latinoamérica, encuentra a una juventud desmoti-
vada y a sus mayores, de retorno de un sueño frustrado.
En Venezuela sigue gobernando el bipartidismo, con-
formado por los partidos Acción Democrática y Copei,
pero incluso estos empiezan a dar signos de decadencia y
son más maquinarias electorales que organizaciones com-
penetradas con las masas populares. En 1983, la moneda
venezolana se va a pique con respecto al dólar y se desata
una incontenible fuga de divisas. El mito de la Gran Ve-
nezuela, alimentado bajo el gobierno de Carlos Andrés
Pérez al calor de los altos precios del petróleo, se des-
morona en lo que se conoció como el Viernes Negro. El
Estado paternalista ya no tiene recursos para seguir ejer-
ciendo ese rol, ni los partidos tradicionales para mantener
unas militancias más clientelares que ideológicas o doctri-
narias. La incertidumbre y el desencanto se apoderan de
las conciencias.
En el mundo, las tesis neoliberales traspasan las fron-
teras. Su puesta en práctica en América Latina, me-
diante políticas económicas de shock, resultan traumáticas
y cruentas. Venezuela no será la excepción. A los sen-
timientos de solidaridad se anteponen los del indivi-
dualismo. Los escritores parecen ausentes de todo este
proceso. Las tesis del fin de la historia y de la muerte de
las ideologías alimentan lo que llega a denominarse «es-
cepticismo postmoderno». La juventud, otrora altamente
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