Page 130 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo


                Del campo periodístico salió  El día que bajaron los
            cerros (1989), un libro con trabajos de los reporteros del
            diario El Nacional, en el que se sigue la secuencia de los
            hechos desde el 2 de febrero, día de la toma de posesión
            de Carlos Andrés Pérez, hasta el 8 de marzo, esto es, una
            semana después de la explosión popular del 27 de febrero
            de 1989. El éxito de este libro llevó a sus editores a lanzar
            el volumen titulado Cuando la muerte tomó las calles (1990),
            escrito también por periodistas pero concebido, ya no
            para el periódico, sino directamente como libro, aunque
            mediante el uso de géneros periodísticos.
                El veterano periodista Francisco Camacho publicó Los
            febreros del presidente (1992), un largo reportaje minucio-
            samente documentado en el que mezcla la historia me-
            nuda de aquellos días con la alta política, y el análisis de las
            causas socioeconómicas que provocaron tanto el estallido
            popular de 1989 como el intento de golpe de Estado de
            1992. Ambos hechos ocurrieron en febrero del año respec-
            tivo, de allí el título de la obra. A lo largo de esta, el autor
            intercala artículos y crónicas de distintos columnistas con
            el fin, según sus palabras, de «enriquecer esta narración pe-
            riodística». Se trata, pues, de un reportaje, concebido para
            ser editado como libro.
                En el campo del ensayo político, el exdirigente del
            Movimiento al Socialismo, Enrique Ochoa Antich, en-
            trega al público lector  Los golpes de febrero (1992), cuyo
            contenido está expresado en el subtítulo de la obra: De la
            rebelión de los pobres al alzamiento de los militares. Ochoa


               a las páginas de su novela La comedia urbana, con el que obtuvo el
               Premio Bienal de Literatura Mariano Picón Salas del año 2001.
               La realidad nutriría a la ficción y las crónicas periodísticas se
               convertían en capítulos de novela.
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