Page 111 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
ciudadana a través del sufragio. A partir de ese año, el en-
frentamiento a las clases gobernantes persigue la erradi-
cación de un sistema —el capitalismo— y su sustitución
por otro: el socialismo. Al enemigo interno, el Gobierno
nacional, se le considera un títere del verdadero enemigo:
el imperialismo yanqui. Esto no es fruto de un sueño tras-
nochado ni efecto de la Guerra Fría que envolvía a todo
el planeta. La explotación del principal producto nacional
—el petróleo— estaba en manos de compañías transna-
cionales, desde la fase de exploración hasta su comerciali-
zación en el mundo. El otro rubro de exportación del país
—el hierro— también estaba bajo el control de las trans-
nacionales. Eran empresas estadounidenses las que regían
la economía del país. De modo que para la izquierda ve-
nezolana la lucha contra el gobierno de turno significaba
una fase en la lucha por devolverle a la nación el control de
sus riquezas y de su destino.
El sentimiento contra la explotación imperialista ya
tenía sus antecedentes en la literatura y en el periodismo.
Publicaciones humorísticas como Fantoches, Pitorreos y El
Morrocoy Azul satirizaron y denunciaron al «musiú» explo-
tador del obrero petrolero. En el campo de las letras, novelas
como Mene (1936) de Ramón Díaz Sánchez; Casas muertas
(1955) y Oficina n.º 1 (1961) de Miguel Otero Silva, entre
otras, llevaron a hablar de «la novela del petróleo». Tema
que también sería tratado por cuentistas, poetas y drama-
turgos. Nos referimos, obviamente, a obras de creación li-
teraria. Más abundantes son los textos que tratan el asunto
del petróleo en la vida venezolana desde una perspectiva
histórica, sociológica, antropológica, política y cultural.
De modo que la lucha armada que estalla a comienzos
de la década de 1960-1970, en cuanto a su carácter anti-
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