Page 43 - El Reportaje, el ensayo
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El reportaje, el ensayo
                              qp Earle Herrera
             en muchos casos, él era su propio jefe. Pero con los cambios que se
             dan en esta actividad a partir de la tercera década del siglo XIX, con
             la consecuente conversión de la prensa en una industria y de su pro-
             ducto –la noticia– en una mercancía, la situación del periodista va a
             cambiar sustancialmente.
               La industrialización de la prensa trajo consigo un cambio radical
             en la concepción del periodismo. Nació la llamada doctrina de la
             objetividad que sacralizó los hechos, como bien lo señala el pro-
             fesor Federico Álvarez, y estableció la separación de opinión e in-
             formación: Los hechos son sagrados, la opinión es libre, fue una frase que
             terminó por convertirse en precepto incontestable. Al periodista le
             fueron claramente definidas y limitadas sus funciones no sólo en
             cuanto a la búsqueda de la información sino también en lo referente
             a la redacción de la misma, la cual debía ajustarse a esta estructura:
             lead, cuerpo y cola. Lo más importante debía concentrarse en el pri-
             mer párrafo y luego los otros datos expuestos en orden decreciente
             de importancia: la pirámide invertida, dolor de cabeza de generacio-
             nes de periodistas. Y tenía que ser invertida porque al espacio del
             periódico llegaron nuevos huéspedes de indiscutible importancia:
             los avisos. Si éstos llegaban a última hora se podía amputar el vértice
             (cola) de la pirámide sin que la información perdiera mayormente
             en esencia. Luego aparecieron los manuales de estilo que termina-
             ron por uniformar la escritura e impo ner un estilo impersonal de
             redacción. Estos manuales, de simples útiles de trabajo para unificar
             la redacción de un periódico, perdieron su primitiva inocencia y lle-
             garon a con vertirse, sobre todo en las agencias transnacionales de
             noti cias, en instrumentos de penetración ideológica a través del uso
             del lenguaje. A seis preguntas debía limitarse a respon der la infor-
             mación: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y trabajo hecho.
             El redactor se armó de unos pocos ver bos para cumplir su función:
             dijo, señaló, agregó, concluyó diciendo. La esquematización del len-
             guaje fue uno de los flancos por donde más se atacó al periodismo.
               El largo reinado de la doctrina de la objetividad fue sin duda una
             de las causas de la esquematización del periodismo. La mercantiliza-


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