Page 38 - El Reportaje, el ensayo
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capítulo ii
                                                   pq Géneros, generistas y genólogos
             flexibles y extremas, respectivamente, que frente a la misma asumían
             el clasicismo y el romanticismo.

               En literatura los clásicos y románti cos tienen cierta semejanza con lo
               que son en la política los legitimistas y los liberales. Mientras que para
               los primeros es inapelable la autoridad de las doctrinas y prácticas
               que llevan el sello de la antigüedad, y el dar un paso fuera de aquellos
               trillados senderos es rebelarse contra los sanos principios, los segun-
               dos, en su conato a emancipar el ingenio de trabas inútiles, y por lo
               mismo perniciosas, confunden a veces la libertad con la más desenfrena-
               da licencia .
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               Y en cuanto al asunto que nos ocupa, el de los géneros, el insigne
             humanista observa:

               La escuela clásica divide y separa los géneros con el mismo cuidado
               que la secta legitimista las varias jerarquías sociales; la gravedad aris-
               tocrática de su tragedia y su oda no consiente el más ligero roce de lo
               plebeyo, familiar o doméstico. La escuela romántica, por el contrario,
               hace gala de acercar y confundir las condiciones; lo cómico y lo trági-
               co se tocan, o más bien, se penetran íntimamente en sus heterogéneos
               dramas; el interés de los espectadores se reparte entre el bufón y el
               monarca, entre la prostituta y la princesa; y el esplendor de las cortes
               contrasta con el sórdido egoísmo de los sentimientos que encubre, y
               que se hace estudio de poner a la vista con recargados colores. Pudiera
               llevarse mucho más allá este paralelo, y acaso nos presentaría afinida-
               des y analogías curiosas .
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               Hoy –todavía existen quienes se proclaman clásicos o románticos–,
             la polémica se mantiene en una parecida simetría. Existen profesores
             y académicos con quienes no se puede discutir fuera de los esquemas
             que manejan. Si una novela no tiene su entrada, su trama o nudo y su


             4   Andrés Bello. Obra literaria. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979, p. 353.
             5   Ídem.
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