Page 39 - El Reportaje, el ensayo
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El reportaje, el ensayo
                              qp Earle Herrera
             desenlace obligatorio, puede ser cualquier cosa menos una novela. En
             la orilla opuesta están quienes proclaman la total inexistencia de los
             géneros y llegan a afirmar que un cuento es una novela corta o que una
             novela es un cuento largo. Si Benedetto Croce insurgió contra las di-
             visiones genéricas, Wellek y Warren los consideran instituciones como
             la Iglesia, la Universidad y el Estado , aunque aclaran que las mismas
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             pueden reformarse o crearse otras nuevas, de la misma manera que
             aceptan su evolución.
               Aunque la proposición es interesante, la sola palabra “institución”
             sugiere un orden rígido, una autoridad, un conjunto de normas y reglas
             que, en el caso del Estado y de la Iglesia, sobre todo en esta última, se
             cumplen pero no se discuten. Sin embargo, no es desacertado señalar
             que durante mucho tiempo los géneros fueron especie de institucio-
             nes, con sus funciones, características y objetivos bien definidos. Pero
             el orden ha sido subvertido.
               No se trata de que no existan los géneros; sin duda hay formas de
             expresión literarias que obedecen a un conjunto de leyes propias (no
             impuestas) y que presentan una serie de caracteres que les son comu-
             nes. Se les clasifica en géneros para su estudio y análisis. Otra cosa es
             establecer esquemas, dictar reglas inapelables y fijar patrones para cla-
             sificar la creación intelectual. Durante mucho tiempo la poesía debió
             respetar la métrica y la rima. Un día el verso se hizo libre sin dejar de
             ser verso. Luego dejó de ser verso para instalarse en la prosa sin dejar
             de ser poesía. Y aunque Voltaire haya dicho tajantemente que el poema
             en prosa no existe, se encargó de desmentirlo –no los surrealistas– el
             mismo Aristóteles, tiempo atrás, con todo y la presunta rigidez que se
             le atribuye:


               El pueblo, claro está, vincula el nombre de poesía a la métrica; y llama a
               unos poetas elegíacos, y a otros, épicos, no por causa de la imitación, sino
               indistintamente por causa de la métrica; y así acostumbra llamar poetas
               a los que den a luz algo en métrica, sea sobre medicina o sobre música.



             6   René Wellek y Austin Warren. Ob. cit., p. 271.
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