Page 112 - El cantar del Catatumbo
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y fue esa la primera plaza tomada por los bolivarianos
           al mando de Jesús Urdaneta Hernández.
              En esta ciudad tuvo su casa Chávez, la que allanaron
           secuestrando los libros donde el militar rebelde abrevaba
           por ese entonces las vertientes de su pensamiento revo-
           lucionario. Lecturas que habrían de cimentar un estilo
           libre, de gran poder comunicativo y que tenía antece-
           dentes en aquellas columnas que escribía en el diario
           El Nacional de Barinas y en sus charlas sobre historia
           en la Academia Militar.
              Entre tanto remezón histórico perdura un pueblo
           de conuqueros y artesanos como lo define Ruiz en su
           libro Palo Negro-Ayer y hoy (Colección Historias, Caracas,
           2006 ). Cerramos la travesía en su casa de Maracay, bajo
           la luna y una lluvia de flores de cedro, escuchando las
           magníficas guitarras de Efraín Silva y de Rafael Olivero.
              El llano quedó atrás, pero no se iba. Era como si por
           dentro su resplandor interminable nos hubiera detenido.
              Y era ley, también, que iba a volver.

















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