Page 106 - El cantar del Catatumbo
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tanto que la Revolución Bolivariana adjudicó a los más
           humildes, sin costo alguno, miles de casas equipadas
           con todo (hasta con televisores y bibliotecas) en todo
           el territorio nacional.
              Se ve mucho criollaje descendiente de ingleses y ale-
           manes, muchos protestantes y evangelistas predicando.
           Pero el llano es sagrado en sí, por poder de su propia
           prodigiosa aparición. Y si no pagano, a fuerza de ina-
           sible, salvaje, animalado. Y de misterioso, como ese árbol
           que en el caserío La Venganza que ahora atravesamos,
           se alza, lleno de zamuros, como un presagio.
              Leonardo recuerda la copla de Alvaro Torrealba en
           el enfrentamiento en verso de Florentino y el Diablo:

                Zamuros de La Barrosa

                del alcornocal de abajo.
                Ahora verán, señores,
                al Diablo pasar trabajo.


              Y baja el Arauca, desmedido, muy cerca de Guazdalito
           donde pelea la guerrilla colombiana. Y brota otra copla:

                Viniendo de Guasdalito
                bajan aguas colombianas,

                con un guerrillero ahogado
                y una garza ensangrentada.





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