Page 92 - El Estado Docente
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de pensamiento y de la libertad de reunión, nadie puede alegar que
            aquélla debe ejercerse sin control, cuando éstas se ejercitan bajo
            reglamentaciones que determinan las condiciones de trabajo, de
            expresión del pensamiento y de organización de las reuniones. Pero
            se justifica aún más la intervención del Estado en la educación,
            debido a la condición del alumnado, constituido en su mayoría por
            menores de edad, a quienes hay que proteger, aun de su propia inex-
            periencia, por ello se prohíbe el trabajo prematuro. En este sentido
            cobran significación las expresiones del educador brasilero
            Fernando de Azevedo, cuando afirma: “El Estado tiene en la escue-
            la, además de uno de los medios de poder político para mantener su
            autoridad y defender su existencia, un instrumento de equilibrio
            entre las fuerzas que obran sobre el individuo y a cuyas tendencias
            particulares la educación pública opone un conjunto de ideas y de
            sentimientos, una complejidad de hábitos de todas clases, comunes
            a todos, indispensables para que todo individuo pueda cumplir la
            misión que le corresponde en la colectividad”.


            ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA FUNCIÓN
            DOCENTE DEL ESTADO EN VENEZUELA Y AMÉRICA


               Nuestra tradición en materia de Estado docente arranca del viejo
            tronco legislativo español y de la legislación de Indias, con las modi-
            ficaciones que introducen en la doctrina el movimiento promovido
            por la Revolución Francesa y por la Revolución Ame ricana.
               El concepto del Estado docente, creador de la norma para per-
            mitir o prohibir la enseñanza en sus dominios y a determinados gru-
            pos de ciudadanos estuvo presente en los reyes españoles de la Edad
            Media. Así se explica que la legislación de Partidas, atribuida a
            Alfonso el Sabio, contenga un título, el XXXI, “De los estudios en
            que se aprenden los saberes e de los maestros; e de los escolares”,


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