Page 86 - El Estado Docente
P. 86
al interés privado ni a las posibilidades de la familia, porque aquél
abusaría quizás de la libertad absoluta que se le concediera en la
dirección de la enseñanza, y la escasez de medios sería un obstáculo
a la propagación de las luces. Los gobiernos tienen, por lo tanto, una
obligación inexcusable de dirigir la instrucción pública hacia los rec-
tos fines trazados por la conveniencia y la moral. La instrucción de la
juventud tiene sobrada trascendencia sobre el porvenir de los pueblos
para que pueda disculparse cualquier abuso”.
Los que propugnan una educación sin control estadal sostienen
que la intervención del Estado debe estar orientada solamente a vigi-
lar la higiene, la moralidad y la educación cívica de la colectividad en
la escuela privada; pero tal afirmación, si fuera cierta y sostenida sin
propósitos sectarios, nos conduciría a afirmar que si el Estado ejer-
ciera su función de supervigilancia en esas actividades solamente,
tendría el control total de la educación, porque ellas forman el nervio
central de todo proceso educativo. De allí que Herbart y sus discípu-
los al hablar de los principios de la correlación, fijaran como materias
alrededor de las cuales debe hacerse éste: La higiene, la moral, la his-
toria, la geografía y la educación cívica, junto con el idioma materno.
Toda la educación del niño, según ellos, debía girar sobre esos ejes
fundamentales y aun cuando no soy herbartiano, reconozco que, aún
hoy, la herencia pedagógica del maestro alemán influye en la organi-
zación de la escuela, en forma más o menos atenuada por los funda-
mentos de la nueva pedagogía, que fija como centro de las activida-
des pedagógicas, al alumno y no las materias que se enseñan. En los
reglamentos educacionales venezolanos estuvo hasta hace poco en
vigencia el uso principal de la correlación, que muchos maestros
siguen, no ya en la forma herbartiana, sino de acuerdo con Decroly y
con los sistemas de las unidades de trabajo o del sistema de comple-
jos. Por eso, si partiera de aquella afirmación, concluiría que el con-
trol del Estado se justificaría como indispensable, no ya desde el
60 EL ESTADO DOCENTE