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al interés privado ni a las posibilidades de la familia, porque aquél
            abusaría quizás de la libertad absoluta que se le concediera en la
            dirección de la enseñanza, y la escasez de medios sería un obstáculo
            a la propagación de las luces. Los gobiernos tienen, por lo tanto, una
            obligación inexcusable de dirigir la instrucción pública hacia los rec-
            tos fines trazados por la conveniencia y la moral. La instrucción de la
            juventud tiene sobrada trascendencia sobre el porvenir de los pueblos
            para que pueda disculparse cualquier abuso”.
               Los que propugnan una educación sin control estadal sostienen
            que la intervención del Estado debe estar orientada solamente a vigi-
            lar la higiene, la moralidad y la educación cívica de la colectividad en
            la escuela privada; pero tal afirmación, si fuera cierta y sostenida sin
            propósitos sectarios, nos conduciría a afirmar que si el Estado ejer-
            ciera su función de supervigilancia en esas actividades solamente,
            tendría el control total de la educación, porque ellas forman el nervio
            central de todo proceso educativo. De allí que Herbart y sus discípu-
            los al hablar de los principios de la correlación, fijaran como materias
            alrededor de las cuales debe hacerse éste: La higiene, la moral, la his-
            toria, la geografía y la educación cívica, junto con el idioma materno.
            Toda la educación del niño, según ellos, debía girar sobre esos ejes
            fundamentales y aun cuando no soy herbartiano, reconozco que, aún
            hoy, la herencia pedagógica del maestro alemán influye en la organi-
            zación de la escuela, en forma más o menos atenuada por los funda-
            mentos de la nueva pedagogía, que fija como centro de las activida-
            des pedagógicas, al alumno y no las materias que se enseñan. En los
            reglamentos educacionales venezolanos estuvo hasta hace poco en
            vigencia el uso principal de la correlación, que muchos maestros
            siguen, no ya en la forma herbartiana, sino de acuerdo con Decroly y
            con los sistemas de las unidades de trabajo o del sistema de comple-
            jos. Por eso, si partiera de aquella afirmación, concluiría que el con-
            trol del Estado se justificaría como indispensable, no ya desde el


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