Page 63 - El Estado Docente
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reses deben ser administrados y dirigidos, creando las normas para
             que sean respetados y mejor defendidos y desenvueltos. Tal atribu-
             ción emana de la soberanía, que por definición es excluyente de
             cualquier otro poder. Por ello se dice que la soberanía autodetermi-
             na su propia competencia, porque si se llegara a suponer un poder
             superior al cual estuviera subordinada la soberanía ese poder sería
             el verdadero soberano y el Estado dejaría de serlo. Para el jurista
             Fischbach “la esencia jurídica del Estado puede cifrarse en el hecho
             de constituir una organización que aspira a la regulación de la con-
             vivencia en una nación determinada, en un cierto territorio,
             mediante la creación de una voluntad dominante sobre la totalidad
             de los ciudadanos”. De tales afirmaciones se desprende, que el
             Estado ha de forjar el espíritu de los ciudadanos habilitándolos para
             vivir en sociedad, respetándose mutuamente, sirviéndose recípro-
             camente, con prescindencia de los intereses particulares, para dar
             supremacía a los intereses de todos, lo que se logra, entre otros pro-
             cedimientos, mediante la administración y dirección de la educa-
             ción, que así resulta medio adecuado para crear la convivencia.
                Para Engels “el Estado nació de la necesidad de tener a raya los
             antagonismos de clase y como al mismo tiempo nació en medio del
             conflicto de estas clases, el Estado lo es, por lo general de la clase
             más poderosa, de la clase económicamente dominante, que con
             ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente domi-
             nante, adquiriendo así nuevos medios para la represión y explota-
             ción de la clase oprimida… excepcionalmente, hay períodos en que
             las clases en pugna se equilibran hasta tal punto que el Poder del
             Estado adquiere momentáneamente, como aparente mediador, una





             10. Citado  por Vladimir  I. Lenin, “El Estado y la Revolución”, Obras escogidas,
             Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1948, (2 v.), v. 2, p. 178.


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