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técnicos y científicos que demanda el proceso de la civilización
contemporánea. Que haya filósofos, artistas, poetas, escritores es
signo de una sociedad con altos valores. No obstante ellos solos no
bastan para promover el progreso y la cultura de un pueblo.
Investigaciones realizadas por mí y por otros técnicos en
Centro América, en Venezuela y en los demás países del continen-
te comprueban que los alumnos de educación media prefieren las
profesiones tradicionales debido al prestigio de que gozan en nues-
tro medio. En cambio, la Ingeniería Mecánica, la Eléctrica, la
Ingeniería Quí mica, la Agronomía, la Veterinaria, más necesarias
para el desarrollo económico, tienen poca clientela en las universi-
dades y en muchas del continente ni siquiera son estudiadas. El
retraso de nuestra reforma agraria, de la industrialización, de los
cambios estructurales de nuestra economía se interfirieron por la
falta de técnicos y las universidades a veces ignoran o se muestran
indiferentes ante esas necesidades. Pudiera alegarse que la culpa
no es de la universidad sino del ordenamiento escolar total que no
dispone de adecuados sistemas de orientación que permitan seña-
lar a los jóvenes, después de una cuidadosa investigación de sus
capacidades, el sector de actividades donde pueden rendir más y
donde encontrarán ocupación segura. Ello implica también ligar
los procesos de formación profesional, tanto de nivel universitario
como de cualquier otro nivel, con los planes de desarrollo, en los
cuales debe señalarse la contribución de las instituciones encarga-
das de formar ese personal.
Se hace necesario entonces replantear o revisar algunas ideas
formuladas sobre la función universitaria, especialmente sobre lo
que atañe a la reforma y a la autonomía universitarias.
Los nuevos conceptos sobre formación profesional, para rom-
per la connotación que apareja la denominación de educación supe-
rior, han puesto en circulación el términoeducación post secundaria,
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