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salud, entre otras, son las bases de esa política social que llega al pue-
            blo, a las mayorías de los trabajadores y trabajadoras del campo y la
            ciudad de todas las edades y oficios. Los reconocibles progresos en la
            salud y la educación son éxitos del gobierno que la oposición va a ata-
            car y va a tratar de desacreditar para confundir, para ganar votos
            mediante la mentira o la presentación desmesurada de cualquier error
            o falla que consigan aquí o allá. Por razones obvias, a la educación la
            van a golpear a fondo desde diversos sectores que se mueven en la
            educación privada, y esos ataques contarán con el apoyo de cierto
            gremialismo carente de verdadero sentido pedagógico y miras nacio-
            nales. Eso no es nuevo, sólo que la oposición se incrementará por la
            circunstancia electoral. Van a manipular como en el caso de las cami-
            sitas rojas que usan los niños de preescolar; dijeron que el gobierno
            de Chávez les ponía el color de su partido, cuando lo cierto es que ese
            color se asigno al preescolar bajo el segundo gobierno de Caldera;
            pura manipulación, quieren engañar al pueblo de cualquier modo, lo
            subestiman, lo desprecian. No quieren defender sus posiciones con
            argumentos, con ideas y recurren al engaño y el escándalo.
               Conviene insistir en que este gobierno está en contra del proseli-
            tismo partidista y religioso en la escuela. En la educación atendida
            por el Estado está prohibida la propaganda partidista y la parcializa-
            ción por alguna creencia religiosa. Por eso abrazamos y defen demos
            el laicismo en la educación que sirve el Estado a la nación. En la edu-
            cación privada esto no es así en cuanto a lo religioso se refiere y
            queda a la libre escogencia de los padres y representantes; en lo con-
            cerniente a la cuestión partidista, el Estado está en el deber de que no
            haya adoctrinamientos de ninguna índole, debe vigilar que no se
            inculquen valores contrarios a la democracia plasmada en la
            Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Ninguna
            institución educativa privada, por caso, puede inculcar el racismo, el
            desprecio a otras culturas y pueblos, la obediencia a otras autorida-


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