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cipativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de
            justicia. Tenemos que transitar de un Estado de democracia repre-
            sentativa a un Estado de plena democracia socialque no se agote en
            el Estado de derecho; ese tránsito es la revolución bolivariana y
            socialista que nos proponemos. Ese modelo de sociedad requiere
            de un ciudadano formado en el espíritu de la igualdad, la colabora-
            ción, la solidaridad, la corresponsabilidad; y todo ello se tiene que
            traducir en los programas de estudio de los diversos niveles y
            modalidades del sistema escolar. La democracia social promueve
            el acceso a los derechos; el Estado de derecho no es en verdad via-
            ble para las mayorías si no hay un Estado de justicia, esa verdad la
            ha entendido el pueblo, la ha comprendido en carne propia; por eso
            hay que reducir la brecha que hay entre los que nada tienen respec-
            to a los que tienen en demasía.
               En consecuencia, la educación que proponemos debe forjar un
            tipo de ciudadano y ciudadana con valores distintos a la competencia
            por encima de todo, el egoísmo, el racismo, el individualismo enfer-
            mizo. El tener debe dejar de ser el valor fundamental; ese es el valor
            sagrado de la sociedad de consumo. Reivindicamos el ser frente al
            tener. En la sociedad que vivimos si usted no tiene no es; esa mons-
            truosidad es el origen de otras discriminaciones. La escuela debe, en
            el plano de los valores, reivindicar el ser frente al tener. Que todo niño
            o niña se respete con dignidad por su ser y no por lo que tenga. La
            individualidad deformada se corresponde con el egoísmo, la compe-
            tencia malsana, el consumismo. Es una tarea difícil, la más difícil. Es
            más fácil cambiar lo material; cambiar los valores es tarea más ardua
            y es  obra de la cultura consciente; además, los cambios culturales tie-
            nen su propio tiempo. Pero hay que comenzar e insistir.
               Para decirlo en pocas palabras, nuestro modelo educativo se
            fundamenta en la filosofía pedagógica de don Simón Rodríguez,
            de Prieto Figueroa, de Luis Padrino, de Belén San Juan y tantos


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