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Los mil y un marxismos


              Para Jameson el marxismo es un mastercode, un código maestro, un metare-
           lato o un metacomentario histórico.
              Mészáros revalorizó aspectos opacados del marxismo, que resultan indis-
           pensables  para  la  comprensión  de  nuestro  tiempo.  Destacó  el  aporte  del
           marxismo en la comprensión de las mediaciones que el capital instituye en
           la  relación  entre  la  humanidad  (el  trabajo),  la  producción  y  la  naturaleza.
           Mediaciones que producen una humanidad (trabajo), una producción y una
           naturaleza alienadas. Asimismo, el pensador húngaro propuso una periodiza-
           ción del marxismo. Un primer marxismo: el que su maestro Luckács despliega
           en Historia y conciencia de clase. Un segundo marxismo: el marxismo-leninismo
           en todas sus versiones. Y un tercer marxismo, en el cual él mismo está inscripto
           y que busca comprender el proceso de totalización de las relaciones sociales por
           parte del capitalismo actual.
              Franz Hinkelammert considera a Marx uno de los principales críticos de
           la “ley” (y lo ubica en una línea de continuidad con Pablo de Tarso), mientras
           que ve en el marxismo una de las pocas corrientes de pensamiento capaz de dar
           cuenta de la irracionalidad de lo racionalizado.
              Podríamos agregar más def niciones y prolongar la lista de marxismos –e
           intentar calif cativos ingeniosos– hasta lo indecible. Por ejemplo, podríamos
           haber partido de los “humores” del médico griego Claudio Galeno e identi-
           f car un marxismo colérico, uno melancólico, otro sanguíneo y, f nalmente,
           uno f emático. O, inspirados en la literatura de Julio Cortázar, instituir un
           marxismo fama y otro cronopio. Es decir, un marxismo que consiste “en dejarse
           ir” y otro marxismo que saber ser “contra cada cosa que los demás aceptan”.
              Algunos de los marxismos listados partieron a Marx en dos o reivindicaron
           fragmentos de su obra. Por ejemplo Althusser, quien pretendiendo exorcizar al
           marxismo de todo demonio romántico, propuso la fórmula de un Marx “pre
           marxista” y otro Marx “marxista”. Por un lado, un joven Marx idealista puro,
           en un primer momento humanista nacionalista-liberal y poco más tarde huma-
           nista comunitario; por el otro, un viejo Marx “científ co”, que se deslastra de
           los recursos propios del idealismo hegeliano, que rompe con toda antropología
           y todo humanismo f losóf co, que abandona categorías tales como sujeto, ideal,
           entre otras, y que va delineando un antihumanismo teórico. De este modo se
           construyeron territorios marxistas aislados, sin vínculos entre sí. O se usaron
           partes de la obra de Marx a modo de desechos para confeccionar embutidos.
              Nosotros consideramos que existe una coherencia de fondo en la obra y
           el pensamiento de Marx, más allá de sus incongruencias, sus asimetrías y sus
           evidentes contradicciones (algunas superf ciales, otras no tanto). Las continui-
           dades, las visiones y preocupaciones persistentes son demasiado potentes como
           para ensayar particiones signif cativas. Entre las juveniles cavilaciones sobre la
           alienación humana y los sesudos desarrollos sobre el fetichismo de la mercancía

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