Page 59 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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Cabe agregar que hubo muchos aportes –dispares, por cierto– a esta deno-
minación de origen que es el marxismo de Nuestra América. Inclusive se le
pueden rastrear precursores al Amauta: Luis Emilio Recabarren, por ejemplo,
o desarrollos paralelos, como en el caso Julio Antonio Mella. Luego llegaron,
entre otros y otras: Vania Bambirra, John William Cooke, Agustín Cueva,
Enrique Dussel, Orlando Fals Borda, Bolívar Echeverría, Florestán Fernándes,
Alberto Flores Galindo, Silvio Frondizi, Michel Löwy, Ruy Mauro Marini,
Fernando Martínez Heredia, Caio Prado Junior, Aníbal Quijano, Adolfo
Sánchez Vázquez, Ludovico Silva, Renán Vega Cantor, Luis Vitale, Rene
Zavaleta Mercado. Mencionamos arbitrariamente a unas pocas f guras que,
como efecto central o colateral su praxis, dejaron algunas huellas literarias.
En un sinfín de rincones de Nuestra América, a lo largo del último siglo,
una mirada atenta y desprejuiciada está en condiciones de identif car diversas
expresiones de un “marxismo cafre”.
Maximilien Rubel decía que el materialismo marxista era una “concepción
sensualista y pragmática del mundo”, una “sociología pragmática”. Pier Paolo
Pasolini habló de un “marxismo visceral”, que era un componente básico de su
empirismo herético y mágico. Jean Paul Sartre def nió al marxismo como “una
f losofía hecha mundo” y como el “horizonte insuperable de nuestro tiempo” e,
indefectiblemente, se le impuso la expresión: “marxismo viviente”.
Joseph Schumpeter consideraba a Marx como una rara especie de genio
y profeta. La anomalía respondía al hecho de que a estos “dones”, Marx
agregaba erudición y originalidad. Shcumpeter era un auténtico T ink Tank
del capital. Situado en las antípodas del marxismo, tendía a celebrar en Marx
todo lo que había de David Ricardo. Pero nada de eso constituyó una limi-
tación para que reconociese la riqueza conceptual del marxismo; lo que él
denominaba: el “carácter caleidoscópico de su contribución”, en particular
el análisis del capitalismo tendiente a develar su lógica y su carácter sisté-
mico, su lectura de las crisis capitalistas como “incidentes cíclicos”, etc. En
su “Marx economista”, Schumpeter consideraba que Marx “fue el primer
economista de gran clase que reconoció y enseñó sistemáticamente cómo
la teoría económica puede convertirse en análisis histórico y cómo el plan-
teamiento histórico puede convertirse en historia razonada”. Es notorio el
contraste entre la visión de Schumpeter y la indigencia teórica de los econo-
mistas prosistémicos actuales, sobre todo con los neoclásicos.
Jacques Lacan sostuvo que Marx tuvo el mérito de reconocer el valor
del síntoma en la estructura social: todo aquello que oculta el fetichismo
de la mercancía.
Partiendo del antropólogo argentino Rodolfo Kusch (que no era marxista)
podemos identif car un “marxismo hediondo” para designar a un marxismo
inmerso en la realidad que debe interpretar/transformar, un marxismo que
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