Page 57 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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la dialéctica idealista y la dialéctica materialista, entre Georg W. F. Hegel y Marx.
Del mismo modo, no toda referencia al materialismo histórico debería asociarse
al HISTOMAT. Por ejemplo, Plejanov consideraba que el materialismo histórico
(el marxismo) era la versión moderna del materialismo de Baruch Spinoza, que
tenía en Ludwig Feuerbach una estación inmediatamente anterior. Esta visión,
por cierto tan atractiva como discutible, introduce dimensiones que no son
compatibles con las tipif caciones elementales del HISTOMAT.
El DIAMAT es la antítesis de la dialéctica. Porque la dialéctica enfatiza la
dinámica, la interacción recíproca entre personas y entre personas y cosas. Sus
conceptos remiten a relaciones, no a sustancias. La dialéctica incluye siempre
en los conceptos un “factor de ref exión subjetiva” (en términos de Adorno).
Favorece la autorref exividad del pensamiento. La dialéctica es polifacética,
está implícita en la crítica real, en la “crítica de clase”, y repudia los sistemas
omnicomprensivos.
Marx nos propone una reinvención de la dialéctica. Un ajuste de la misma a
la dinámica propia del capitalismo; a un sistema inarmónico y desordenado en
el que “todo lo sólido se desvanece en el aire”; un mundo en proceso cuyo signo
distintivo es la contradicción, la oposición, la irresolución, la interiorización, la
reproducción, la expansión, el exceso, la trasgresión de algún límite, el cambio
y el reinicio del proceso en un punto nuevo que se bifurca en un espacio prácti-
camente ilimitado. Un mundo repleto de posibilidades, latencias y tendencias.
Con los años, el DIAMAT se erigió en un “sistema f losóf co”, en la “única
f losofía revolucionaria” capaz de explicar absolutamente todo lo que acontece
en el universo y sus arrabales, desde los procesos sociales a los geofísicos. Un
hito en la consolidación del DIAMAT fue la edición del libro de Nicolai I.
Bujarin La teoría del materialismo histórico. Ensayo popular de sociología marxista,
publicado en Moscú en 1921. Bujarin toma los costados menos disruptivos de
la dialéctica hegeliana, propone un materialismo mecanicista y presenta a la
dialéctica en los términos de la física.
A partir del DIAMAT se confeccionará la interminable lista de los supuestos
“enemigos” del marxismo; entre otros, el psicoanálisis, el existencialismo o la ciber-
nética. El DIAMAT, base de la Vulgata marxista, hizo del marxismo un clericalismo
lóbrego y of cial e impulsó la escisión entre teoría y práctica. En este último aspecto
nodal, el rudo estalinismo coincide con el más sof sticado marxismo occidental.
Hubo y hay otros marxismos que hicieron de la posición antidialéctica una
profesión de fe. Fueron abiertamente antidialécticos a diferencia del DIAMAT,
que asumía la dialéctica para tergiversarla y limitarla. Nos referimos al
marxismo empirista y evolucionista, de base spenceriana, que llegó a proponer
un reemplazo de la dialéctica por la evolución biológica o por la mirada feno-
menológica. Para Eduard Bernstein, uno de los representantes más conspicuos
de esta posición, la dialéctica era una “jerga” y una “trampa”, un “elemento
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