Page 53 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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              Algunos marxismos se emparentaron con las ciencias naturales o físicas,
           otros pref rieron la cercanía de la poesía. Marx fue ubicado, ora en el labora-
           torio de un médico (o peor: de un entomólogo), ora en una taberna prole-
           taria (o en un boliche de suburbio o de campo). Algunos marxismos pusieron
           el  énfasis  en  los  conceptos  y  otros  en  la  realidad.  Algunos  marxismos  se
           ocuparon de problemas epistemológicos, económicos, culturales y estéticos,
           otros se centraron en las cuestiones vinculadas a la estrategia revolucionaria.
           Algunos marxismos se af ncaron en las academias, otros pref rieron las calles
           de las barriadas populares, las fábricas y los montes, montañas y selvas.
              A f nes del siglo xix surgió un “neomarxismo”, que planteaba que la concen-
           tración del capital, el desarrollo de los monopolios y la expansión imperialista
           reforzaban la estabilidad del sistema en su conjunto. Rudolf Hilferding puede
           ser considerado un representante de esta corriente. Las críticas a estas posturas
           fueron delineando una ortodoxia. En el transcurso del siglo xx hubo otros
           “neomarxismos”, estructurados sobre tópicos disímiles. Y también hubo “otras
           ortodoxias”. Esto signif ca que, en el marxismo, el lugar de la ortodoxia no fue
           un lugar estático.
              Como se puede apreciar, se trata de marxismos que, además de diversos,
           también han sido y son antagónicos. Pertenecen a redes conceptuales distintas,
           a gramáticas incompatibles, a linajes divergentes. Pero entre las condiciones
           convergentes, las amalgamas han sido habituales.
              Existen marxismos producidos en contextos donde las perspectivas para las
           fuerzas transformadoras fueron radiantes; contextos de alza de las luchas popu-
           lares, la organización y la conciencia política de los pueblos; y también existen
           marxismos elaborados en situaciones donde las perspectivas se revelaron como
           sombrías para estas fuerzas, situaciones de derrota histórica.
              El marxismo supo ser def nido, en el plano f losóf co, como materialismo
           dialéctico: el DIAMAT, sobre el que volveremos más adelante; y como materia-
           lismo histórico: el HISTMAT o HISTOMAT, que usualmente se asocia al plano
           de las “aplicaciones” del DIAMAT. Este último se convertirá en la base de la
           monocultura soviética, pero la excederá con creces. No será la f losofía exclusiva
           del estalinismo. Se esparcirá ampliamente en la cultura de la izquierda marxista.
              DIAMAT  e  HISTOMAT  son  unos  términos  que,  vale  recodar,  Marx
           jamás utilizó. Marx, se autodef nió como materialista, la primera vez junto con
           Engels en La Sagrada Familia y luego en otros trabajos. Para él, el materialismo
           era inseparable del socialismo y el comunismo. También en El Capital habló
           de un “método dialéctico” de base materialista. Suele considerarse que la mejor
           síntesis de la visión “materialista de la historia” de Marx está presente en el
           Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política de 1859.
              Quien sí recurrió a estos términos fue Engels. Empleó el término “mate-
           rialismo histórico” en su folleto Socialismo utópico y socialismo científ co, (los

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