Page 49 - Marx Populi
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Mi guel M azzeo -  M ar x po puli
                                 Miguel Mazzeo - Marx populi

           de la rigidez, cuando condena a unos papeles decorativos, suntuarios. Sí, nos
           interesa el marxismo como horizonte abierto y colmado de regiones inexplo-
           radas dispuestas a activarse a partir del contacto con sujetos y experiencias que
           asumen la tarea la transformar el mundo y la vida. Nos interesa el marxismo
           como devenir que puede enriquecerse a partir de valores y acciones colectivas.
              No  queremos  “restaurar”  el  marxismo;  mucho  menos,  “purif carlo”.
           Queremos  contribuir  modestamente  a  vivif carlo  políticamente,  porque
           creemos que sus limitaciones actuales radican sobre todo en sus inhibiciones a
           la hora de generar relaciones, prácticas y sistemas signif cantes capaces de insti-
           tuir o nutrir políticas emancipatorias, y no precisamente en sus dimensiones
           analíticas o epistemológicas.
              Porque  el  marxismo  no  fracasó  desde  el  punto  de  vista  epistemológico,
           más allá de que los últimos treinta años no hayan sido precisamente de auge
           paradigmático. Por supuesto que no estamos considerando al rudimentario
           marxismo de manual. Ese marxismo sí que fracasó en toda la línea: contri-
           buyó en forma pareja a la indiferencia política y a la irresponsabilidad política.
           Estamos hablando de otro marxismo, af ncado en lugares de saber relativa-
           mente marginales, fundado en estrategias teóricas muy diferentes. Esta af rma-
           ción no pretende negar el desarrollo y la pervivencia en este último marxismo
           de  algunos  costados  contaminados  por  los  principios  epistemológicos  del
           enemigo. Pero el marxismo, sobre todo el marxismo de Nuestra América, viene
           avanzado en la crítica (autocrítica) a estos tópicos, al tiempo que viene deslas-
           trándose de esos costados. Insistimos: no cabe hablar de taras epistemológicas.
              ¿Acaso el proceso lógico-dialéctico propuesto por Marx ha perdido aptitudes
           cognitivas y transformadoras? ¿Acaso las principales categorías del marxismo, en
           particular las abstractas, han perdido su idoneidad para dar cuenta de la diná-
           mica  del  capitalismo?  ¿Acaso  la  crítica  desfetichizadora  ha  dejado  de  ser  un
           momento relevante del pensamiento crítico? ¿Acaso se han generado basamentos
           ecológicos-materialistas más sólidos que los propuestos por Marx? ¿Acaso se han
           agotado las congénitas inclinaciones deconstructivas del marxismo?
              De ningún modo. Se ha tornado una cualidad inevitable que toda crítica
           al capitalismo esté embebida de marxismo, inclusive aquellas críticas lanzadas
           desde orillas ideológicas sin ninguna af nidad, incluyendo a los conf nes más
           liberales  y  conservadores.  Lo  que  está  en  crisis  es  la  normatividad  política
           que el marxismo inspiró y desarrolló en el siglo xx; una crisis que arrastra al
           conjunto de teorías (o “sociologías científ cas”) de la revolución. Hace más
           de cien años Benedetto Croce, en su “Ensayo de interpretación y de crítica
           de algunos conceptos del marxismo”, alertaba: “La continuación de la obra
           política de Marx es mucho más difícil que la continuación de su obra cientí-
           f ca”. No abunda tanta evidencia para demostrar que estaba equivocado. Por
           lo tanto, consideramos que está en crisis el marxismo como credo insurgente.


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