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“Efemérides marxistas” o el marxismo como problema
Lo que no funciona bien en el marxismo, sus principales dolencias, remite a
discursividades, rituales, prácticas e inscripciones institucionales; a sus vínculos
con la sociedad civil popular, el mundo del trabajo y la naturaleza; a los proce-
dimientos para incidir en la lucha de clases en el contexto del capitalismo neoli-
beral y el nuevo imperialismo, y para conformar un bloque histórico de las
clases subalternas y oprimidas. Por carácter transitivo también funcionan mal
las “liturgias” y el “sacerdocio”. ¿Cómo debería ser hoy una política inspirada
en el marxismo? ¿Cuáles serían las exhortaciones performativas más compe-
tentes para pasar de la enunciación a la acción en este, nuestro tiempo? ¿Qué
recursos del marxismo resultan imprescindibles para la preparación colectiva
de un proyecto liberador/emancipador? ¿En qué aspectos se deberían poner de
manif esto tanto las continuidades como las rupturas respecto de la tradición
marxista precedente? Nos referimos a una política y un proyecto con posibi-
lidades de arraigarse en el mundo de los y las de abajo, capaz de encontrar los
lenguajes que contribuyan a su masividad y ef cacia performativa, capaz de
poner “en movimiento una potencia práctica”, como decían Marx y Engels en
La Sagrada Familia de 1844.
Entonces, el problema a dilucidar es cómo el marxismo puede servirnos de
base para impulsar, articular y proyectar una práctica política emancipatoria en
nuestro tiempo; o cómo podemos recomponer la “unidad paradigmática” entre
teoría y práctica, proposiciones generales y acciones concretas, pensamiento y
política, concepto y poder; o cómo reconstruir la autoridad y legitimidad de
sus lugares de enunciación, o cómo el marxismo puede contribuir a crear las
condiciones adecuadas para que la lucha de clases se constituya en materia para
la política. Decimos: dilucidar para reparar. Esos son los déf cits que, hoy por
hoy, más nos importan.
Queremos ayudar a reinventar el marxismo en sus posibilidades de acceder
a la sociedad como totalidad en el marco de un proceso popular emancipador.
Queremos reinteriorizarlo y recrearlo. Tal vez nuestro intento sea una sencilla
forma (no la única ni la mejor, de seguro) de difundir la cultura marxista.
Esto nos obliga a constituir nuestro marxismo como problema. Parafraseando
a Immanuel Wallerstein, podríamos decir que nuestro intento nos obliga
a “impensar” el marxismo; esto es: a realizar un esfuerzo por detectar todo
aquello que, engendrado o alentado alguna vez por el marxismo, se ha conver-
tido en un límite para sus posibles desarrollos. También nos compromete con
una aproximación hermenéutica que es, posiblemente, el modo más adecuado
de recuperar el sentido revolucionario más recóndito de algunos viejos textos.
Se trata de un ejercicio eminentemente político.
En 2018, con más precisión el 5 de mayo, se cumplirán doscientos años del
nacimiento de Marx. Jacques Derrida decía que los “Estados Generales” son
convocados cuando una crisis convoca a la deliberación colectiva. Él partía del
sentido que los Estados Generales adquirieron a partir de las circunstancias que
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