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Mi guel M azzeo - M ar x po puli
Miguel Mazzeo - Marx populi
la historia desde el punto de vista de los y las de abajo. La idea necesidad de
histórica impone el primado de la institución y la ley reducida a generalización
estadística, por sobre la vida humana y sobre la naturaleza.
La idea de necesidad histórica tiene un inocultable contenido “objetivista”,
por lo general sintetizado a partir de una interpretación lineal y simplif cada
de la fórmula del Prólogo a la contribución a la crítica de la economía polí-
tica de 1859, donde Marx, apelando a un determinismo único y a un criterio
uniforme, erige a la tesis de la contradicción entre las fuerzas productivas y
las relaciones de producción como principal motor de las transformaciones
sociales y del cambio histórico en general, asignándole prioridad a las fuerzas
productivas concebidas como una instancia autónoma y con un trayecto
pretrazado. La “teoría del ref ejo” (la idea que establecía que la conciencia es un
“ref ejo” de la materia) y otros postulados característicos del DIAMAT también
se pueden considerar derivaciones de este tipo de interpretaciones.
En la idea de necesidad histórica subayace una teoría de la historia trans-
civilizacional con una inocultable matriz normativa y evolucionista que parte
de la conf anza en un proceso ininterrumpido y acumulativo, en dirección a
una “verdad objetiva”. Uno de sus fundamentos propone la existencia de una
“racionalidad a futuro”, cuya perspectiva está llamada a gobernar el presente
para erradicar los aspectos irracionales de la realidad y colaborar así con el
curso mismo de la historia. Esa racionalidad a futuro, en la tradición marxista,
tendió a ser vinculada, al unísono, con los intereses de la clase trabajadora y con
la naturaleza. La racionalidad a futuro se consideraba (y se considera todavía)
como un tiempo por venir signado por el apogeo de la razón (y del marxismo).
Se trata de una racionalidad cerrada sobre sí misma, que, al decir de Edgar
Morin, puede conducir al delirio.
En efecto, la idea de necesidad histórica comparte horizontes con las
porciones más ominosas de la modernidad burguesa, en particular con la
noción de progreso. El proyecto “civilizatorio” de Occidente necesitó y, como
está a la vista, necesita cada vez más que las aspiraciones de racionalidad estén
libres de toda norma ética. Por eso la racionalidad de Occidente, la raciona-
lidad instrumental, el reino de la razón, que no es otra cosa que el reino ideali-
zado de la burguesía, colisiona con la humanidad.
Asimismo, la idea de necesidad histórica está en la base de los equívocos
–frecuentes en el marxismo– entre base (infraestructura) y superestructura.
Vale decir que esta “metáfora” ha resultado muy productiva cuando no fue
subsumida en fórmulas abreviadas de dudoso rigor epistemológico. En polí-
tica, concretamente, esta idea ha servido como soporte para las posiciones
iluministas y elitistas que priorizan las políticas más centradas en los aparatos
que en las bases, junto con el vanguardismo en su peor acepción. Luego
convirtió a la unanimidad en la norma del partido revolucionario. También,
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