Page 20 - Marx Populi
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Prólogo


           Este “contexto de producción” se ref eja en la diáspora (que no archipiélago)
           de los mil (y un) marxismos, verdadero rompecabezas que Miguel revisita con
           meticulosidad no exenta de humor.
              Todo lo dicho hasta aquí viene a cuento para concluir en que, a mi juicio, un
           gran mérito de Marx Populi es advertir que los progresos parciales o sectoriales
           en tal o cual área no deben ocultarnos que estamos inmersos en una profunda
           crisis, y que ésta sólo en parte tiene que ver con lo acertado o equivocado de tal
           o cual idea de Marx y/o de las interpretaciones que hicieron quienes vinieron
           después. El tremendo problema que el marxismo y los marxistas no estamos
           logrando resolver, y que está estrechamente relacionado con la crisis de alterna-
           tiva socialista, es la falta de ef cacia política y un distanciamiento que amenaza
           hacerse abismal entre la izquierda y lo que resta del antiguo movimiento obrero
           organizado como también, y sobre todo, con las fuerzas sociales y las formas
           de lucha y construcción política que en orden disperso pugnan por surgir en
           las últimas décadas, al menos en Nuestra América. No está de más repetir que
           la crisis del corpus teórico y político del marxismo y de los marxistas es indi-
           sociable de las derrotas y trastocamientos que sufrieron el movimiento obrero
           y las organizaciones políticas y sindicales construidas a lo largo de más de un
           siglo y medio de combates y debates sociales y políticos.
              Así como no es casual que en este contexto surgiera el posmarxismo, perge-
           ñado por Chantal Moufee y Ernesto Laclau (dirigente estudiantil de izquierda
           en el Buenos Aires en los 60 y discípulo de Jorge Abelardo Ramos, reciclado
           luego en Oxford). Partiendo de una reconstrucción ligth del pensamiento de
           Gramsci, el posmarxismo presenta los procesos de hegemonía/subalternidad
           como un juego de símbolos, ignora o coloca en lugar secundario las luchas de
           clases y aboga por “radicalizar la democracia”.
              Estos planteos trascendieron el campo académico en el que habían surgido
           para  ser  hoy  recuperados  por  sectores  intelectuales  del  kirchnerismo  y  la
           izquierda latinoamericana, en tándem con la cúpula dirigente de Podemos en
           el Estado español. Sin embargo, esta corriente que decía surgir para superar
           el encapsulamiento de la izquierda en España, derrotar a la casta política y
           terminar con el desacreditado régimen de la alternancia PP/PSOE, no cumplió
           nada de eso y evidencia ya síntomas claramente regresivos. La profesoral erudi-
           ción que exhiben no oculta que a nivel teórico son intrascendentes, política-
           mente cultivan un ambiguo populismo antineoliberal que evita cuestionar al
           capitalismo realmente existente y, sobre todo, intentan con entusiasmo digno
           de mejor causa integrarse (de la mano del PSOE) en esa institucionalidad que
           no hace tanto abominaban.
              Este fracaso del posmarxismo viene a conf rmar que repensar el marxismo
           remite siempre a la obra descomunal, y en gran medida incomprendida, de
           Marx y Engels (a quienes menciono juntos no porque pensaran lo mismo sobre


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