Page 18 - Marx Populi
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Prólogo
revolución, se pasó a gobernar desde arriba, con un crescendo de imposiciones
administrativas, “movilizaciones” regimentadas y persecución de los oposi-
tores. Creció desmesuradamente el aparato estatal: sin contar los 5 millones
de efectivos que llegó a tener el Ejército Rojo, en 1921 se contabilizaron
ya 6 millones de funcionarios, una inmensa maquinaria que se entrelazaba
por arriba con el también mastodóntico aparato del Partido. Surgió y cobró
fuerza un imprevisto “cuerpo social”, una nueva burocracia que, eliminadas la
burguesía y los terratenientes, devino elite dominante, con privilegios, inte-
reses y apetencias cada vez mayores. Aquel partido de obreros revolucionarios
que había sido capaz de enfrentar y derrotar al Gobierno provisional y a las
conspiraciones de los Generales de extrema derecha, convertido en partido de
gobierno, no supo, no pudo o no quiso enfrentar Los peligros profesionales del
poder (tal el título de un magnif co folleto escrito por Christian Rascovsky,
luego fusilado por Stalin).
Cuando Lenin y Trotsky reconocieron el problema y su gravedad, no
tuvieron ya ni tiempo ni medios para conjurarlo. La NEP lanzada en 1922
mejoró inicialmente la situación económica y el nivel de vida de la pobla-
ción, pero también crecieron las diferenciaciones sociales, se agudizaron las
recurrentes tensiones entre el campo y la ciudad y aumentó la confusión y la
desmoralización en la heterogénea y despolitizada militancia del Partido. Se
estableció un implícito “pacto social” desmovilizador y desmoralizante: desde
arriba se impulsaron algunas mejoras en el nivel de vida, a cambio de más
disciplina laboral y, sobre todo, de aceptar pasivamente que todo el poder
quedase en manos del Partido y la nueva elite dirigente. Esto facilitó las suce-
sivas derrotas de la Oposición y preparó el gran viraje de 1928.
Bajo la dictadura unipersonal de Stalin, la URSS se consolidó como
Estado burocrático que, so pretexto de “construir el socialismo en un solo
país”, aplastó el más mínimo intento de organización popular autónoma,
“colectivizó” por la fuerza el campo matando de hambre a millones de fami-
lias campesinas, sobre todo en Ucrania, e impuso una “industrialización
acelerada” súperexplotando a los trabajadores. La planif cación y los Planes
Quinquenales fueron concebidos como palancas para la modernización y el
desarrollo en aras de “alcanzar y superar” al capitalismo, no para la socializa-
ción. El sacrif cio y heroísmo de los pueblos de la URSS y su ejército jugaron
un rol decisivo en la derrota del nazismo, pero las posibilidades y expecta-
tivas revolucionarias nuevamente abiertas en gran parte de Europa fueron
desalentadas (Grecia, Italia, Francia…) y canjeadas por un reparto de “zonas
de inf uencia”. Y en el Este, donde las antiguas clases dominantes fueron
expropiadas, se copió el modelo de Rusia: economías sin capitalistas, geren-
ciadas por Estados burocráticos (dependientes de Moscú) para la “moderni-
zación” y el “progreso”. Como bien advirtió el Che Guevara cuando conoció
la realidad de la URSS y otros países en Europa del Este, “por esa vía no se
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