Page 25 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
extractivismo y las consecuencias mortíferas de la patria sojera, el pobrerío
urbano, los trabajadores despedidos y/o ajustados abandonados por las buro-
cracias sindicales, las luchas contra el patriarcado y la violencia de género, etc.
Nuestro marxismo debe ser capaz de actuar, hablar y pensar con ellos y desde
ellos. Como escribe Miguel: “hacerse mundo periférico, campesino, pobre
urbano, ‘precariado’, ‘pobretariado’, pueblo originario, afrodescendiente,
mujer, homosexual, transexual, entre otros devenires”.
De lo que se trata es de ir desplegando una praxis teórico-política que
quiera y pueda ayudar a poner de pie una multivariada fuerza social popular
capaz de proyectar un horizonte anticapitalista. Ayudar a imaginar e impulsar
proyectos comunes alternativos y a forjar la voluntad colectiva y revolucio-
naria de llevarlos a la práctica. La capacidad de hibridación y mimetismo de
este nuestro marxismo adquiere entonces importancia estratégica. La lucha
política debe implicar también afectividad e interactividad, para que este
marxismo pueda y quiera ser “hablado” por subjetividades humilladas, invi-
sibilizadas o brutalmente reprimidas, ayudándo a los pueblos a transformarse
en protagonistas capaces de actuar, de cambiar las condiciones en que viven,
cambiando ellos mismos y cambiando incluso nuestro/su lenguaje. Para que
la teoría pase a ser como quería y escribía el joven Marx en trance de hacerse
comunista, efectivamente radical, con raíces en hombres y mujeres capaces
de convertir la teoría en fuerza material.
Este proceso que Miguel denomina de absorción/transuntanciación se
dio ya hace un siglo y medio con el naciente movimiento obrero organizado,
ocurrió luego con los obreros y campesinos rusos y, después aún, con las revo-
luciones china y vietnamita y, muy especialmente, con la Revolución Cubana.
Hoy podemos intentar repetir dicho proceso aspirando a desembocar en una
subjetividad revolucionaria multivariada, en un universal concreto fundado en
la dignidad humana y en sus particulares y diversos antagonismos con el capital.
Queremos recuperar la presencia y la efectividad del marxismo en el centro de
las luchas sociales y políticas de la época, renunciando por adelantado a preten-
siones de exclusividad o ideología “dirigente”. Como dice Miguel, no se trata
de descalif car las nociones universales del marxismo, sino de advertir que no
son f jas y pueden ser reformuladas en el curso de la experiencia histórica, y
estaríamos ahora frente al desafío de un “universalismo particularista” dejando
de lado la aceptación acrítica del particularismo universalizado de Occidente.
Me adhiero con gusto a estas audaces perspectivas, no sin advertir que al
asumirlas debemos saber (y estar preparados para ello) que semejante camino
estará plagado de obstáculos, tentaciones ideológicas, políticas, prebendarias y,
al f nal del camino, la más brutal represión reservada siempre a las otredades.
Se intentará por todos los medios que las clases y grupos subalternos renun-
cien a ser sujetos de cambio, favoreciendo repliegues identitarios y/o enquista-
mientos particularistas, prometiendo enclaves más o menos tolerados a cambio
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