Page 167 - Marx Populi
P. 167

Mi guel M azzeo -  M ar x po puli
                                 Miguel Mazzeo - Marx populi

           componen a la wiphala; historias subterráneas que aún no son todavía Historia,
           sino instantes de peligro que relampaguean al calor de la revitalización de la
           memoria popular-comunitaria y de las luchas emancipatorias ensayadas por
           nuestros pueblos en su invisible pero persistente andar cotidiano.
              “¿Cómo es posible pensar el presente, y un presente bien determinado,
           con un pensamiento trabajado por problemas de un pasado remoto y supe-
           rado?”, escribió Gramsci en clave autocrítica desde su celda en pleno fascismo.
           Esta pregunta, creemos, nos interpela de manera radical a quienes seguimos
           empeñados y empeñadas en reivindicar al socialismo en tanto alternativa civi-
           lizatoria, frente a la barbarie que nos pretende imponer como modo de vida el
           sistema capitalista, en un contexto regional y mundial signado por una correla-
           ción de fuerzas por demás adversa, que involucra violentas transformaciones y
           crisis no menos intensas. ¿Qué herramientas teórico-prácticas resultan entonces
           vigentes para gestar nuevas apuestas militantes en la coyuntura actual? ¿Cómo
           combatir de manera certera al capitalismo, sin que nos subsuma por sus lógicas
           y entramados de domesticación? Ambos interrogantes atraviesan en f ligrana
           las páginas de este libro, desde la inquietud de quien insiste en considerar
           al marxismo un proyecto ético-político para la crítica despiadada de todo lo
           existente.

           Marx, un marginal cabecita negra
              Hace dos siglos nacía en Tréveris la persona cuyo apellido dará involun-
           tariamente  nombre  a  aquella  frondosa  tradición  de  revoluciones  ensayadas
           durante el siglo xx. En 1818 buena parte de lo que hoy es Argentina estaba
           poblada por pueblos indígenas, y la geografía que actualmente corresponde a
           la ciudad de Buenos Aires tenía más de un 30% de negros entre sus habitantes.
           Por supuesto, las fronteras que ahora dividen a los países que integran América
           Latina eran un sueño idílico imposible aún siquiera de imaginar. La ajetreada y
           trashumante vida de Marx, desde ese entonces, coincidió en términos epocales
           con la lenta y tortuosa construcción del Estado argentino, así como sus últimos
           años fueron contemporáneos al exterminio de millones de indígenas y afrodes-
           cendientes que, en toda la región, resistieron de mil maneras a lo que el zapa-
           tismo supo llamar las cuatro ruedas del capitalismo: explotación, desprecio,
           represión y despojo. En particular, en el sur de nuestro continente se vivieron
           las mal llamadas “Conquista del Desierto” y “Pacif cación de la Araucanía”,
           eufemismos para denominar al proceso de acumulación originaria y etnocidio
           de pueblos enteros que, como el mapuche, no pudieron ser doblegados durante
           siglos por el colonialismo español ni por las élites criollas.
              El mundo en el que nació y vivió Marx nos resulta, en principio, muy
           diferente al actual. No obstante, como bien reseña Miguel, ciertas dinámicas
           de expoliación, violencia y dominio brutal sobre poblaciones y territorios han


                                          166
                                          166
   162   163   164   165   166   167   168   169   170   171   172