Page 171 - Marx Populi
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Mi guel M azzeo - M ar x po puli
Miguel Mazzeo - Marx populi
No es éste, por lo tanto, un libro acerca del marxismo. Miguel nos convoca
a rechazarlo como “objeto de estudio” e incluso como “guía para la acción”. Se
trata, por el contrario, de un ensayo desde la inmanencia, a partir de un vínculo
apasionado y de interioridad extrema con él. En primer lugar, porque cepilla a
contrapelo y reconstruye sus hipótesis e interpretaciones con osadía. No recita
ni transcribe fragmentos que legitimen su posición ni su carácter “científ co”,
sino que, ante todo, habilita horizontes posibles de manera desembozada, en
diálogo con una pléyade de tradiciones, experiencias de autodeterminación y
corrientes contestatarias, pasadas y contemporáneas, que han sido opacadas
por el marxismo hegemónico durante el siglo xx, a la vez que ejercita la crítica
y autocrítica sin corrección política alguna. Quizás porque, como se deja tras-
lucir en las páginas de este libro, de eso se trata arriesgarse a ser marxista hoy.
O mejor aún, para apelar a una provocativa categoría de Rodolfo Kusch: de
eso se trata el hedor de estar siendo marxista en nuestro tiempo histórico. Sí, un
marxismo hediondo y abigarrado.
Un marxismo en el que quepan muchos marxismos
En efecto, Miguel arremete contra la concepción singular y dogmática del
marxismo. Nos habla de “los mil y un marxismos” y de la imperiosa e histó-
rica necesidad de renegar de la “necesidad histórica”. De releer y explorar a
estos marxistas opacados, a partir y desde el mismo Marx. ¿Por qué hablar de
marxismos en plural? ¿Qué supone pensarlos asumiendo como una virtud a la
diversidad y al reconocimiento de lo múltiple? ¿En qué medida resulta posible
(re)construirlos y vivif carlos en función de la especif cidad de nuestra propia
realidad? Para responder a estos (y muchos otros) interrogantes, Miguel realiza
un doble movimiento: problematiza a América Latina como marxista, pero,
a la vez, a estos marxismos desde nuestras raíces, identidades y dilemas como
latinoamericanos/as, en particular desde Argentina, porque ya lo decía Freire:
“la cabeza piensa donde los pies pisan”, y la de Miguel elucubra desde esas terri-
torialidades forjadas por la nueva izquierda en barrios y comunidades, entre
proyectos autogestivos y talleres de formación política, en diálogo constante
con las experiencias que apuestan a construir poder popular y autogobierno en
cada resquicio de la vida cotidiana.
En función de este desafío, ratifica algo que nos parece ineludible hoy
en día: no es posible referirnos al “marxismo” a secas, como un núcleo
homogéneo e invariante, ni en los términos de un sistema acabado del cual
valernos para su mera “aplicación”, sino que por el contrario se torna impe-
rioso asumirlo, a partir de Walter Benjamin, como una constelación cargada
de tensiones, un crisol de conceptos y modalidades de in(ter)vención mili-
tante, habitados por el antagonismo y la historicidad. Vale decir, en tanto
conjunción de categorías, ideas-fuerza, nociones y balbuceos teórico-
prácticos, condicionados tanto por el intrincado y complejo devenir del
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