Page 172 - Marx Populi
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Epílogo: El marxismo como constelación
capitalismo a nivel mundial, como por la originalidad concreta de cada
sociedad que, desgarrada por conflictos, tradiciones, luchas y resistencias,
constituye a Nuestra América profunda.
Referirnos a estos marxismos supone reconocer la presencia de una frondosa
experiencia político-intelectual no siempre coincidente ni replicable en tiempo
y lugar, sino más bien delineada por situaciones, procesos y contextos disímiles;
pero también implica asumir la existencia de otros “marxismos” (eurocéntricos,
evolucionistas y lineales, concebidos como modelos cerrados y esquemáticos,
que tienen por vicios la mera importación de categorías y estrategias, el deter-
minismo económico y la unicausalidad). Frente a estos (pseudo)marxismos,
que han resultado refractarios a toda autocrítica y han hecho del culto a la
“ciencia” moderna un nuevo credo, se han abierto paso –no sin dif cultades
y obstáculos– esos marxismos cálidos y hediondos, bolivarianos y ecosocia-
listas, anticapitalistas y enraizados, feministas y ennegrecidos, descolonizados e
irreverentes, antiimperialistas y mestizos, sentipensantes y del buen vivir, que
Miguel visibiliza, convida y debate en este libro, a partir de una pedagogía de
la pregunta que, lejos de brindar abstractas fórmulas de pizarrón, nos incita a
elaborar respuestas colectivas y desde la praxis militante, a los dilemas que han
acompañado a las luchas de los pueblos latinoamericanos.
Miguel tensiona, por tanto, los lugares comunes que han predominado en
la lectura de estos autores clásicos (Marx desde ya, pero también Gramsci,
Lenin y el Che, por nombrar los más trabajados en este libro). Sin medias
tintas, pone en evidencia la existencia de al menos dos posibles interpretaciones
de la obra de nuestro barbudo de Tréveris, y que por cierto también subyace
en Lenin: una caracterizada por cierta mirada eurocéntrica, etapista y apolo-
gética del “progreso” capitalista, así como por el papel “revolucionario” de la
burguesía (y de la electricidad en el caso del líder bolchevique), a partir de la
supeditación del derrotero histórico de la periferia capitalista (dentro de la cual
se ubicaría Nuestra América), a los acontecimientos y vaivenes sucedidos en
el “centro” europeo. La otra –opacada por las diversas ortodoxias y manuales
canónicos– cobra cada vez más fuerza en los escritos tardíos de Marx, y resitúa
desde una perspectiva dialéctica y dinámica a la relación centro-periferia, a la
vez que vislumbra una lectura del devenir histórico en términos multilineales,
contradictorios y signados por atajos y bifurcaciones; que hace de la anomalía y
la excepcionalidad una regla o dictum invariante y amplía la mirada hacia otros
sujetos de lucha fuera de foco; que entiende como algo estratégico a la edif ca-
ción de novedosos organismos de autogobierno popular y proyectos emancipa-
torios asentados en la autoactivación de las masas, y que concibe a la revolución
no en los términos de un evento futuro y lejano, sino como un proceso pref gu-
rativo y de largo aliento, que hunde sus raíces en nuestra realidad inmediata e
involucra una profunda transformación, en el aquí y ahora, de todas las dimen-
siones de la vida cotidiana.
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