Page 175 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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           forma más aguda la realidad. A modo de simples ejemplos: El matadero, La
           vuelta del Malón, el Facundo, el Martín Fierro, Los Siete locos, Radiografía
           de la Pampa, Juanito Laguna, Los dueños de la tierra o El Eternauta tienen
           sin duda más política condensada que millares de discursos y proclamas de
           teóricos o dirigentes de la izquierda vernácula, producidos con pretendida
           “intencionalidad política”. Eso Miguel lo sabe y por ello apela una vez más
           al género o locus ensayístico como modalidad de diálogo e intervención, en
           este caso conjugado con ilustraciones viscerales –no es una metáfora, sino
           una descripción de los cuidados dibujos de Martín Malamud, verdaderos
           “exabruptos” visuales, para lanzar una posible interpretación desde Kusch–,
           que  co-constituyen  la  escritura  y  fungen  de  mirillas  por  donde  asomarse
           al tortuoso submundo que late tras las sombras y disfraces del fetichismo
           mercantil y del poder estatal que nos constriñe la sensibilidad; a esa maraña
           de  órganos,  venas,  músculos,  vasos  comunicantes  y  sangre  que  subyace  a
           nuestra epidermis, sin la cual resulta imposible restituir la visión de totalidad
           amputada a diario por el capital, que nos confronta con nuestro ser hediondo
           y permite auscultar esta intrincada y escurridiza realidad contemporánea, de
           un cuerpo social f agelado y tan difícil de asir. Porque ya lo dijo David Viñas:
           “Toda estética es, en última instancia, teoría política”.
              En sus páginas, este libro nos advierte también que hacen falta más mili-
           tantes intelectuales (orgánicos). Y a la inversa: que se precisan más intelec-
           tuales que militen en cuerpo y alma las ideas que pregonan. Nada más cierto:
           f aco favor le hacemos a la revolución si dejamos en manos de una minoría de
           “especialistas” la formación política y el análisis minucioso de la sociedad que
           buscamos  transformar.  La  ignorancia  –advertía  Gramsci–  es  un  privilegio
           del que sólo puede gozar la burguesía; un lujo que jamás pueden darse las
           clases subalternas. Por eso siempre hay que sospechar de aquellos dirigentes y
           activistas que subestiman o se mofan de la educación popular y de los saberes
           plebeyos que anidan en ese abajo contradictorio, pero tan potente, que es
           el mundo popular, así como de quienes consideran que allí anida en estado
           puro la verdad, y sólo resta quedarse de brazos cruzados a la espera de que
           estalle en una crisis terminal, que siempre se encuentra en ciernes para cierta
           izquierda paranoide.
              Ludovico Silva, uno de los intelectuales venezolanos más fructíferos para
           formarnos  de  manera  desmanualizada,  solía  decir  que  “si  los  loros  fueran
           marxistas,  serían  marxistas  ortodoxos”.  Por  cierto,  sólo  a  partir  del  análisis
           concreto de nuestros territorios específ cos –en los que f nalmente actuamos
           e intervenimos a diario– es que podemos traducir y (re)elaborar conceptos,
           rumbos de acción e ideas, así como construir una estrategia revolucionaria
           acorde a los desafíos que nos depara nuestro presente. No se trata, en suma, de
           “aplicar” esquemas o categorías prefabricadas ni de concebir al marxismo como
           un sistema acabado o un conjunto de verdades irrefutables, sino de recrear sus

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