Page 150 - Marx Populi
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¿Sueñan los proletarios con revoluciones eléctricas?
producción capitalista– tendrían como contrapartida el incremento de la
asociatividad del trabajo, la cooperación, la organización colectiva (unidad,
disciplina, etcétera) y el despliegue de la conciencia en sí/para sí de la clase
trabajadora. Del mismo modo, el proceso histórico también contradice los
planteos marxistas respecto del trabajo asalariado como la principal instancia
liberadora para las mujeres.
De esta manera, al marchar los procesos de centralización de los medios
de producción y de socialización del trabajo en direcciones opuestas, no han
arribado al punto de hacerse incompatibles con su “envoltura” capitalista. Las
sociedades se polarizan cada vez más por los procesos de acumulación, centrali-
zación y desposesión impulsados por el capital. En efecto, en sus fundamentos
generales la teoría de Marx persiste rigurosa y verdadera. Él mismo, además, se
encargó de reconocer una serie de “contratendencias”.
En su Marx y Keynes. Los límites de la economía mixta, Paul Mattick sostiene
que “la teoría del desarrollo de Marx ofrece varias ‘contratendencias’ que inte-
rrumpen el curso ‘autodestructivo’ del capital tal como está determinado por
sus contradicciones inherentes. Las ‘contratendencias’ prueban la tendencia
general, pues son meras reacciones a ellas. Están históricamente condicio-
nadas, como lo está todo el capitalismo, pero son de mayor importancia en
una época que en otras. Su efecto sobre el desarrollo general del capitalismo
no puede estimarse por anticipado; su fuerza real sólo puede ser observada y
juzgada con referencia al curso real de la acumulación de capital”. Vale señalar
que Mattick aclaraba que estas “contratendencias” se ponen de manif esto
“por fuera de la ley general de la acumulación”. Pero resulta evidente que esa
polarización y esos procesos no generaron el tipo de sujeto que Marx derivó de
unas condiciones históricas determinadas: un sujeto portador de un proyecto
civilizatorio alternativo.
En líneas generales, al marxismo le ha costado dar cuenta de estas
circunstancias. Así, fue configurado como una versión radicalizada de la
modernización o como un camino rápido y eficaz para arribar a ella desde
estadios “atrasados”. Ese camino, además, se fundó en una matriz basada en
la propiedad estatal (más que social, colectiva o comunal) de los medios de
producción y en la planificación centralizada, burocrática y tecnocrática.
Se terminó confundiendo el marxismo con “una ideología al servicio del
capitalismo de Estado”, tal como afirmaba Paul Mattick en su obra citada.
Como señalábamos más arriba, el socialismo fue (mal) pensado como una
racionalización del capitalismo.
En las experiencias de los socialismos reales se consideró que el monopolio
representaba lo moderno, un avance respecto de la etapa de la libre compe-
tencia. Entonces, se apostó al desarrollo de los monopolios estatales. Cambiaron
las formas de propiedad, pero no los métodos ni el tipo de racionalidad (que
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