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Miguel Mazzeo - Marx populi
Mi guel M azzeo - M ar x po puli
en “fuerza plástica” (en términos de Friedrich Nietszche), capaz de asimilar
el pasado y lo heterogéneo en sentido transformador. Habrá que adaptar,
rediseñar, injertar, inventar. Habrá que elaborar lo que Marx, en una carta a
Ferdinand Lassalle de 1861, llamaba las “formas mal comprendidas” (“Toda
adquisición de un período anterior, apropiada por un período ulterior, es la
antigua mal comprendida”). Habrá que crear nuevas leyes de coordinación.
Habrá que proseguir y modif car, al mismo tiempo, sin que lo subsiguiente
sea designio de lo precedente. Habrá que ser muy cuidadosos y cuidadosas a la
hora de determinar cuáles son las “adquisiciones positivas” del capitalismo de
las que vale la pena apropiarse, sin olvidar que la expansión de una revolución
consiste en desarrollar su novedad radical y sus “desbordes”.
Hete aquí las grandes paradojas de todo proceso revolucionario y las fuentes
de sus contratiempos, sus contradicciones, sus ambigüedades, sus incoheren-
cias y sus inevitables impurezas. En estas paradojas también acecha el riesgo de
la conf scación y la burocratización. Resulta imposible sustraerse al peligro de
la reintroducción por la ventana de todo aquello que debería ser desechado (el
Estado, principalmente). De nada sirve reemplazar un ejecutivo capitalista por
un funcionario rojo.
Los experimentos abolicionistas drásticos y absolutos, las estrategias
basadas en el puro voluntarismo, no han funcionado. Ejemplos históricos
como el Proletkult o la Revolución Cultural China son demasiado patentes
como para pasarlos por alto. Dicho esto sin desdeñar en absoluto los aspectos
más valiosos de la primera experiencia y algunos de los propósitos más conve-
nientes de la segunda.
Desde nuestras realidades periféricas las “condiciones” nunca asumirán
formas consumadas, siempre estarán en vías de aparición. Esta constatación
no pretende establecer la imposibilidad de los “saltos”, tampoco debería ser
considerada como un aval para el gradualismo. Por el contrario, los saltos serán
indispensables. Habrá que combinar saltos dilatados con saltos moleculares,
pero también debemos reformular la noción de “salto” y de “gradualidad”.
Trotsky, instigador de la “revolución permanente”, en su obra Literatura y
Revolución, propuso la idea de un “porcentaje de aleación de clase” contenido
en las diferentes realidades por transformar y que of cia como inevitable punto
de partida del proceso de renovación crítica.
Los caminos de la invención están plagados de tortuosidades. Los reem-
plazos necesarios en formatos alternativos, las renovaciones críticas, no se
podrán gestar de un día para el otro. La clave, nos parece, está en el “poder de
los soviets”, traducido a un lenguaje más propio: en el poder de los caracoles,
los consejos comunales y las comunas, las asambleas de base, etc. La clave está
en todo lo que este poder simboliza: el conocimiento cabal de las determi-
naciones, la gestión política de la transición por parte del pueblo, los modos
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