Page 147 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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Esas visiones, en buena medida, se af ncaron en la mencionada interpre-
tación lineal y simplif cada de la fórmula del Prólogo a la contribución a la
crítica de la economía política de 1859 que establecía, esquemáticamente, que
“el ser social determina la conciencia”; o priorizaron la dimensión analítica de
El Capital, las claves deterministas, y descuidaron las dimensiones dialécticas
y la importancia de los conceptos de praxis, lucha de clases, fetichismo, etc.
No tuvieron en cuenta, entre otras, aquella af rmación lapidaria de Marx en
Miseria de la f losofía: “De todos los instrumentos de producción, la fuerza
productiva más grande es la propia clase revolucionaria”.
En primer lugar, estas visiones no consideraron el hecho de que Marx
jamás propuso un modelo de proyecto socialista, aunque sí resalta en toda su
obra la idea de erigir una alternativa radical al orden del capital. En segundo
lugar, estas visiones no tuvieron en cuenta la centralidad otorgada por Marx
a la praxis. Para él, la relación entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción está mediada por la praxis. Los hombres y las mujeres son crea-
dores de sí mismos. Además, por lo menos desde La ideología alemana, Marx
consideraba que un componente fundamental de las fuerzas productivas era la
“cooperación material” impuesta por la división del trabajo. Para él, precisa-
mente allí radicaba un enorme poder social de la clase trabajadora. En la praxis
se cifraban para Marx las posibilidades de regular de manera racional el meta-
bolismo sociedad/naturaleza por parte los productores asociados. Sólo hacía
falta que esta realidad se manifestara como potencia propia de la clase traba-
jadora y no como una fuerza externa, extraña y hostil a ella. Y eso, para Marx,
era factible a partir de la praxis, el principal factor desalienante y superador del
fetichismo, la principal fuente de autoconciencia.
Marx sólo puede ser presentado como un determinista tecnológico si se
parte de una lectura muy sesgada de su obra y su pensamiento, de un tipo
de lectura antidialéctica que tiende a af ncarse en momentos puntuales de un
proceso general; momentos que, por otra parte, además de aislados se presentan
como autónomos y/o determinantes; por ejemplo: el desarrollo de las fuerzas
productivas.
Vale tener presente que las versiones eurocéntricas y productivistas del
marxismo, por lo general, consideraron que las formas de propiedad y produc-
ción colectivas/comunales y las relaciones sociales a ellas vinculadas “retra-
saban” la conformación de los trabajadores y las trabajadoras como sujetos del
cambio sistémico. Es decir, desde esta concepción, la clase trabajadora sólo
deviene “moderna” y “revolucionaria” cuando se consuma su absoluta despo-
sesión. De este modo, en el pedazo de tierra cultivado por una familia o por
una comunidad, en las relaciones metabólicas con la tierra y con el cosmos,
en el pequeño taller, en los pueblos que buscan conservar sus modos de vida
tradicionales, en cualquier célula autogestionada y autogobernada, sólo se
detectan “cadenas”, “fases anteriores” o “evoluciones locales” de un supuesto
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