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La Revolución Rusa y sus derivas
Poco tiempo después de la muerte de Lenin, se inició la apología despejada
del dogmatismo. En lugar de hacer la revolución, el deber de todo marxista
pasó a ser defender el dogma de Marx a cualquier precio. Inevitablemente,
el marxismo se degradó a la condición de revestimiento cosmético. Existe
una estricta correlación entre dogmatismo y decadencia del marxismo, entre
las ortodoxias y los catecismos simplif cados. Por todo eso el marxismo se
desarrolló menos en los países “marxistas”, con la excepción de Cuba en los
momentos en que estuvo menos expuesta a la inf uencia soviética. El marxismo
estatizado, devenido retórica of cial, nunca fue prolíf co. Tendió a ser trivial,
éticamente hueco, desprovisto de competencias intelectualmente seductoras.
Los socialismos reales se delinearon, en mayor o en menor medida, como
sociedades burocratizadas hasta los tuétanos que produjeron sujetos pesi-
mistas y/o cínicos. En la mayoría de los casos, después de los fervores iniciales,
se fue tornando inviable una identif cación entre el Estado (el gobierno y el
partido) y la comunidad. La estrategia comenzó a considerar a la ética un
lastre demasiado pesado y la arrojó por la borda. La ef cacia se deshizo del
amor, el poder del valor.
En el caso puntual de la Revolución Rusa, el vanguardismo de los primeros
años cedió ante el tradicionalismo y la tecnocracia, la dirección colegiada cedió
a la dirección única. Otro tanto ocurrió en un sinfín de órdenes: los impulsos
democratizadores y la libertad revolucionaria (el control obrero, las socializa-
ciones espontáneas y desde abajo) fueron reemplazados por los nuevos blindajes
institucionales autoritarios y centralizadores; el ejército del pueblo y las mili-
cias populares, por el ejército profesional y burocrático; el internacionalismo
proletario, por el nacionalismo soviético (reedición del nacionalismo gran
ruso). Los intentos de los y las bolcheviques por disolver la familia patriarcal,
liberar a las mujeres de la violencia machista y por minar las posiciones de la
Iglesia se fueron mitigando hasta dar cabida a la prohibición del aborto y a la
exaltación estalinista de la maternidad. En 1930 dejó de funcionar def nitiva-
mente el Departamento de Mujeres del Secretariado del Comité Central del
Partido Comunista de la Unión Soviética, que había sido creado por Alejandra
Kollantai e Inessa Armand.
De la no interferencia del Estado y la sociedad en asuntos sexuales, de
las propuestas iniciales de una “nueva sexualidad” se pasó a la estigmatiza-
ción y persecución de las personas LGBT. El expresionismo vanguardista no
pudo resistir los embates estatales del realismo socialista. La concepción jurí-
dica libertaria de Eugeny Pashukanis, plasmada en Teoría general del derecho y
marxismo, inf uyó durante un tiempo fugaz, pero prontamente fue sustituida
por la “ideología de la legalidad soviética” de Andrei Vyshinski. Los lenguajes
poéticos y metafóricos menguaron ante los lenguajes prosaicos. Los artistas e
intelectuales fueron reemplazados por los “ingenieros del alma”. El optimismo
vitalista cedió a la angustia ante la muerte. Las instituciones revolucionarias de
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