Page 139 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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social, político y cultural. No hay autodeterminación sin un momento que
instituya la certeza de que es posible transformar la realidad y crear un mundo
humano, junto con la conf anza en el propio proyecto. La autodeterminación
también implica crear nuevas mediaciones y evitar que estas se independicen y
nos gobiernen. De ahí la relevancia que adquieren los “militantes autogestio-
nados” y las “militantes autogestionadas” en los procesos de autodeterminación.
La autodeterminación es el despliegue ininterrumpido de una economía
política de/para la clase trabajadora, orientada a suturar la “brecha metabólica”
identif cada por Marx. Es el control democrático de la vida social (y del tiempo)
por parte de hombres y mujeres unidos y asumiendo su propio destino. Es el
autogobierno del pueblo (de los productores y las productoras) que hace que
el poder deje de ser un instrumento de dominación de clase y se convierta en
un medio para la realización humana, en poder popular. Es la libertad como
fuente inmanente de la historia que no se atiene a ningún esquema preestable-
cido. La autodeterminación es, lisa y llanamente, el camino de la reinvención
del sujeto. Y es el principio activo del socialismo. Entonces: autodeterminación
y libertad. El marxismo dispone de medios para aportar a esos procesos, para
alimentarlos (y favorecer una retroalimentación positiva) y para proyectarlos.
Ya es tiempo de asumir que no necesitamos una clase con “cadenas radi-
cales” para pensar en una revolución. Es mejor desechar esa idea desde el
arranque. Entre otras cosas porque reclama instancias redentoras: vanguardias
externas, partidos de viejo tipo, superhombres o similares. No necesitamos una
clase sufriente para fundar su universalidad. ¿Sirve fundar una universalidad en
el sufrimiento? Necesitamos una clase que, aquí y ahora, comience a dar pasos
para liberarse de esas cadenas. Necesitamos una clase que construya espacios
liberados del sufrimiento y que encuentre la forma de proyectarlos y generali-
zarlos y que funde en esa capacidad su universalidad. Necesitamos hombres y
mujeres que recuperen fragmentos de sus mundos, de sus actividades vitales,
de sus cuerpos, de su ser compartido.
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