Page 79 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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economía, en el Congreso, en el Poder Judicial y en el control de los
              medios masivos. O sea, ellos mantuvieron el control del poder políti-
              co, y una correlación de fuerzas bajo su control.
                Todo eso no se hizo porque estuvimos presos de una visión estra-
              tégica de conciliación de clases, y no de lucha de clases. Y quien
              duerme con el enemigo, como decimos, ¡amanece embarazado
              de la derrota!

              La relación de los movimientos populares con el Estado fue so-
              metida a fuertes debates en las últimas décadas. ¿Qué balance
              arrojan las experiencias que se dieron con los gobiernos protago-
              nistas de este ciclo progresista?
              De nuevo no me atrevo a hacer un balance general del continente.
              Nosotros procuramos, como MST, actuar siempre bajo el principio de
              autonomía del movimiento en relación a los partidos de izquierda y
              mucho más en relación a los gobiernos y al Estado, que sigue siendo
              burgués. Pero, lastimosamente, esa no fue la práctica de todos los
              movimientos. Hemos percibido que, sobre todo el movimiento sin-
              dical, por su naturaleza corporativa y negociadora, muchas veces se
              ilusionó con las promesas de gobiernos amigos. El mismo Lula siem-
              pre ha dicho que el rol del movimiento popular es hacer presión de
              masas; si no, el gobierno no funciona. También metafóricamente Frei
              Betto, quien estuvo en el gobierno, aconsejaba: “El gobierno es como
              una olla de cocinar frijol, sólo funciona bajo presión (¡del pueblo!)”
                Vivimos un período en el que las masas, satisfechas con algunas
              mejoras, no se propusieron movilizar, y entonces nos faltó la presión
              de masas. En el campo lo intentamos, con millares de familias que hi-
              cieron tomas de tierras, pero aun eso fue insuficiente para romper la
              alianza del gobierno con el agronegocio y acelerar la reforma agraria.
                También podemos hacer un balance crítico del hecho de que mu-
              chos  dirigentes  populares,  ilusionados  por  el  espacio  institucional,
              se fueron de los movimientos y ocuparon cargos en el Parlamento y
              en el Gobierno. Eso quitó experiencia acumulada a los movimientos,
              que no tenían cuadros suficientes para conducir la lucha de clases.
                Por último, también de parte de la mayoría de los movimientos po-
              pulares se abandonó la formación política, clásica, de conocer los
              pensadores clásicos, que son los que nos ayudan a conocer la co-
              rrelación de fuerzas, la historia de la lucha de clases, y a alimentar
              nuestra ideología clasista de la necesidad de un proyecto autónomo
              de la clase trabajadora.
                En esa relación gobierno-Estado-movimientos populares, el error
              principal fue de los movimientos. El Estado siguió siendo burgués,

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