Page 78 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
P. 78

les de la economía y de integración popular continental. Eso está
            presente en los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia,
            más recientemente El  Salvador, pero en cada país asumió una
            característica distinta.
             No me atrevo a hacer un balance de los errores que hubo en cada
            uno de esos gobiernos de corte progresista o de los que se proponían
            construir el proyecto ALBA. En cada país hay distintas circunstancias
            de correlación de fuerzas y subjetivas de las fuerzas populares, por lo
            que es imposible encontrar un solo análisis que explique el error de
            todos. Pero como militantes del movimiento popular y de la izquierda
            brasileña, sí tenemos un balance de los errores cometidos por nues-
            tros gobiernos que nos llevaron a la derrota político-electoral, prime-
            ro con el golpe de abril y después con la derrota en las elecciones
            municipales de octubre de 2016.
             En primer lugar, hay un contexto histórico en que se ganaron
            las elecciones presidenciales en 2002, en un escenario de todavía
            reflujo del movimiento de masas. Sólo ganamos porque había una
            crisis profunda del neoliberalismo, y porque parte de la burguesía
            se alió a nosotros.
             En lo económico, hicimos una apuesta correcta por retomar el cre-
            cimiento de la industria, que permitió en ocho años financiar proyec-
            tos sociales y distribuir renta. Pero no nos atrevimos a hacer reformas
            estructurales en la economía, como sería cortar los pagos de interés
            por el gobierno para una deuda interna impagable e inexplicable, que
            financia a un capitalismo nacional rentista que hoy recibe casi el 40
            por ciento de todos los recursos del presupuesto federal. No se hizo
            la reforma tributaria, para cobrar de los más ricos e insertar a los más
            pobres, que son hoy los que más pagan impuestos. No hicimos la
            reforma agraria, que es una medida económica para impulsar el mer-
            cado interno y liberar las fuerzas productivas del campesinado pobre.
             En la política, no hicimos una reforma política, que tendría que ser
            por la vía constituyente, para impulsar un nuevo modelo democrático
            más participativo bajo control de las mayorías. Y no se propuso hacer
            cambios en el Poder Judicial. Tampoco tuvimos coraje de impulsar
            una reforma que pudiera democratizar la difusión y utilización de los
            medios de comunicación de masas.
             En lo ideológico, aunque no es tarea de los gobiernos pero ellos
            podrían haber ayudado, deberíamos haber impulsado programas de
            formación política masiva para elevar el nivel de educación política
            y cultural de las masas. Así, durante los catorce años de gobiernos
            progresistas en Brasil, la burguesía siguió siendo hegemónica en la


            78
   73   74   75   76   77   78   79   80   81   82   83