Page 72 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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listas. Es así que el discurso de su campaña y las primeras medidas
            ejecutivas de Trump señalan a las oligarquías latinoamericanas que ser
            el patio trasero de los Estados Unidos será cada vez más penoso eco-
            nómicamente e indigno políticamente. Pero los neoliberales latinoa-
            mericanos no tenían –ni tienen– otro proyecto sino el de las relaciones
            carnales con el imperialismo estadounidense. Así que les irá como
            al presidente mexicano Enrique Peña Nieto: mal en lo económico y
            arrastrándose vergonzosamente en lo político.
             O sea, hay impases en el campo progresista, pero no hay un pro-
            yecto neoconservador con capacidad hegemónica en nuestra región
            como lo hubo entre finales de los años ochenta e inicios de la década
            siguiente. Estamos en una situación internacional y regional de profun-
            das turbulencias y disputas. Lo que vamos a defender aquí es que ne-
            cesitamos responder problemas pendientes en materia de programa y
            estrategia para poder avanzar en una nueva fase del ciclo progresista.

            Las conquistas y los impases
            Está razonablemente consolidado el balance de que el ciclo progre-
            sista latinoamericano ha redundado en beneficios sociales bastan-
            te importantes para amplias mayorías, en materia de reducción del
            hambre y la pobreza, de mejoras de la distribución del ingreso, de
            aumento del salario mínimo y de los salarios reales, de ampliar la
            igualdad de oportunidades en áreas clave como educación, salud y
            vivienda, aunque en grados variables según cada país. ¿De dónde,
            entonces, surgirían los impases y las razones de las derrotas políticas?
            Aquí vamos a tratar apenas algunos aspectos económicos, pero seña-
            lemos que hay problemas políticos, ideológicos y organizativos que
            también debemos vencer.
             Desde la derecha, con resonancia en algunos sectores progresistas
            moderados, se afirma que el problema sería algo como un “populis-
            mo económico”. El mismo diagnóstico en respuesta al cual fue ela-
            borado el Consenso de Washington a finales de la década de 1980.
            No hay novedades en sus recetas. Desde posiciones de izquierda,
            hay dos cuestionamientos principales. Una vertiente vinculada al am-
            bientalismo afirma que el problema fue el “neo-extractivismo”, un
            “consenso de las commodities”, por el cual el progresismo se habría
            acostumbrado a financiar políticas sociales con la ampliación de ac-
            tividades predatorias primarias de exportación. Su crisis fue la de la
            caída de los precios internacionales de los productos primarios. Y la
            respuesta de los gobiernos progresistas sólo habría empeorado las
            cosas ya que, a menor precio, se ha buscado aumentar esas activida-


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