Page 61 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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es revolución. Ninguna revolución late en las instituciones. No hay
              revolución verdadera sin líderes ni caudillos. Es la subjetividad de las
              personas que se pone en juego. Cuando ya son las instituciones que
              regulan la vida de un país, estamos ante democracias fósiles. Cuando
              es la subjetividad de las personas la que define los destinos de un
              país, estamos ante procesos verdaderos de revolución.
                Pero el tema es cómo damos continuidad al proceso teniendo en
              cuenta que hay límites constitucionales para un líder. Ese es un gran
              debate, no fácil de resolver. No tengo la respuesta. Tal vez la impor-
              tancia ahí de trabajar liderazgos colectivos, que permitan que la con-
              tinuidad de los procesos tenga mayores posibilidades en el ámbito
              democrático. Pero incluso a veces ni eso es suficiente. Esta es una de
              las preocupaciones que corresponde resolver en el debate político:
              ¿cómo damos continuidad subjetiva a los liderazgos revolucionarios
              para que los procesos no se trunquen, no se limiten, y puedan tener
              una continuidad en perspectiva histórica?
              5. Por último, una quinta debilidad que quiero mencionar, de ma-
              nera autocrítica pero propositiva, es la débil integración económi-
              ca continental. Hemos avanzado muy bien en integración política.
              Y los bolivianos somos los primeros en agradecer la solidaridad
              de Argentina, de Brasil, de Ecuador, de Venezuela, de Cuba, cuan-
              do hemos tenido que enfrentar problemas políticos. Y gracias a
              ellos estamos donde estamos. El presidente Evo está donde está
              gracias a la solidaridad política de presidentes y de los pueblos la-
              tinoamericanos. Pero ¿y la integración económica? Eso es mucho
              más difícil. Porque cada gobierno está viendo su espacio geográ-
              fico, su economía, su mercado, y cuando tenemos que leer los
              otros mercados, ahí surgen limitaciones. No es una cosa fácil la
              integración económica. Uno habla, pero cuando tienes que ver la
              balanza de pagos, inversiones, tecnología, las cosas se ralentizan.
              Este es el gran tema. Soy un convencido de que América Latina
              sólo va a poder convertirse en dueña de su destino si logra cons-
              tituirse en una especie de Estado Continental Plurinacional, que
              respete las estructuras nacionales de los estados pero que, a la
              vez, con ese respeto de las estructurales locales y nacionales ten-
              ga un segundo piso de instituciones continentales en lo financiero,
              en lo económico, en lo cultural, en lo político y en lo comercial.
              Somos 450 millones de personas, tenemos las mayores reservas
              mundiales de minerales, de litio, de agua, de gas, de petróleo, de
              agricultura. Nosotros podemos direccionar los procesos de mun-
              dialización de la economía continental. Solos, somos presas de la

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