Page 30 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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sectores retardatarios y oportunistas que, de algún modo, se articu-
            laron con revanchistas, desestabilizadores y golpistas (de intención
            o de hecho).
             Esto favoreció la germinación de contradicciones insospecha-
            das entre el poder popular naciente (construido desde abajo por
            los pueblos) y el viejo poder constituido, paradójicamente –en
            estos casos– personificado por representantes del gobierno po-
            pular. Y ello no sólo fue aprovechado por los sectores revanchis-
            tas sino también fogoneado intencionalmente para debilitar la
            base social de los gobiernos populares y, si fuera posible, sumar-
            la a su proyecto opositor.
             Estas contradicciones contribuyeron al desgaste político de los
            gobiernos, al tiempo que los sectores del poder desplazado del
            ejercicio del Ejecutivo reacomodaban sus  mecanismos  y herra-
            mientas de producción de hegemonía y consensos sociales a las
            nuevas realidades. Con el despliegue de la guerra mediática, estos
            sectores legitimaron o diluyeron sus acciones de guerra económi-
            ca, ideológica y psicológica y relanzaron su estrategia injerencista.
            El golpe ocurrido en Honduras, en junio de 2009, anunció clara-
            mente el fin del período de reacomodo y supuesta aceptación de
            las reglas democráticas por parte del poder hegemónico, y la aper-
            tura de una nueva era de acciones desestabilizadoras, destituyen-
            tes y golpistas en el continente.
             Pero tales acontecimientos fueron, hoy se ve, subestimados, tal
            vez por otorgar excepcionalidad al “caso hondureño”, como antes
            también al proceso separatista que buscaba derrocar a Evo Mo-
            rales (2007), o el ataque a Correa (2010), o la destitución de Lugo
            (2012), hasta que llegó el turno a los “grandes” como Brasil, Argen-
            tina, Venezuela… Está claro hoy que la “convivencia” democrática
            de proyectos diferentes es pura fantasía; que países soberanos con
            un modo de vida diferente al que requiere el colonialismo imperia-
            lista no serán tolerados por el imperio y sus lugartenientes locales
            en su “patio trasero”. Hoy, en “la era Trump”, los tentáculos del se-
            cular poder imperialista se revuelven, aggiornados, contra los pue-
            blos del continente con renovada furia y ensañamiento. La disputa
            es prácticamente cuerpo a cuerpo, pero centrada en las mentes,
            factor clave ayer y hoy para la dominación.

            Hay otros caminos…
            Los gobernantes que tomaron la decisión de profundizar los proce-
            sos populares de cambios iniciados, radicalizándolos cada quien


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