Page 29 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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Pero ese tiempo posneoliberal no sería eterno. Sintetizando, pue-
de afirmarse que se agotó al finalizar la primera década; con ella,
el ciclo “progresista” de los gobiernos populares abría las puertas
a un tiempo de realización de transformaciones raizales.
Nuevos desafíos se perfilaban e imponían nuevas tensiones a
los procesos iniciados por las sendas posneoliberales, plantean-
do claramente a sus referentes políticos y gubernamentales la
disyuntiva de arriesgarse a reajustar el rumbo hacia un horizonte
poscapitalista o quedar entrampados en la lógica del capital.
Está claro que los gobiernos populares han tenido la decisión
de enfrentar la avanzada ideológica, económica y cultural de los
poderosos y lograr la continuidad de los procesos populares ini-
ciados. Pero las opciones de cómo hacerlo y con quiénes estu-
vieron en dependencia de su posicionamiento ante la disyuntiva
mencionada.
Gran parte identificó que la continuidad de los procesos resul-
taría de conservar los gobiernos y, por tanto, apostó a la reelec-
ción de los gobernantes o de figuras indicadas por estos. En aras
de ello fructificaron incluso pactos de gobernabilidad con actores
del poder del capital (que buscó y busca derrocarlos). Y entonces,
los gobernantes populares “tropezaron” con la lucha de clases, su-
puestamente “superada” por la democracia. Y es así que, tal como
señaló Slavoj Zizek, “…por lo general, después de un par de años,
se topan con el dilema fundamental: ¿se atreven a tocar los meca-
nismos capitalistas o se deciden a ‘seguir el juego’? Si uno perturba
los mecanismos, es muy rápidamente ‘castigado’ por las perturba-
ciones del mercado, el caos económico y el resto”. [Zizek, 2015].
Quienes apostaron por la conservación de los gobiernos popula-
res, priorizaron:
• Fortalecer los acuerdos de cúpulas aliándose con sectores del
poder económico y político considerados “moderados” (cogober-
nar con los adversarios).
• Aferrarse a la institucionalidad caduca y sus bases jurídicas,
apostando a hacer “buena letra” para demostrar la “buena volun-
tad” democrático-institucional.
• Ajustarse a la democracia propia del sistema democrático-
burgués existente y su sistema jurídico, mostrándose “inofensi-
vos” ante los poderosos, esperando tal vez no caer en su mira
criminalizadora.
• Correlativamente, se pusieron frenos al protagonismo popular
y al proceso de cambios que florecía desde abajo, abriendo paso a
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