Page 25 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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mo: la ausencia de una suerte de “revolución cultural”, un término
que tiene resonancias sombrías como producto de la experiencia
de la China de Mao a mediados de 1960 del siglo pasado pero que,
pese a ello, denota una problemática que por su enorme trascen-
dencia no puede ser soslayada. En los gobiernos progresistas de
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la región primó un cierto economicismo que, en lo esencial, puede
resumirse de esta manera: el boom del consumo que indudable-
mente tuvo lugar en esos países generaría de modo automático un
tránsito del consumidor al ciudadano consciente, a un nuevo actor
político, portador de una nueva conciencia si no revolucionaria por
lo menos reformista. La apuesta por el consumismo fue muy fuerte
en los países del Cono Sur y Venezuela, y en menor medida en Bo-
livia y Ecuador. Pero en todos los casos faltó el instrumento que se
hiciera cargo de la educación política de los nuevos contingentes
populares, otrora excluidos y “desciudadanizados” y que fueron in-
corporados a la vida política y social en los últimos años.
No exageramos si dijéramos que fue ese el principal fracaso de
los partidos gobernantes, desoyendo las sabias recomendaciones
de Antonio Gramsci en relación a la necesaria construcción de una
nueva hegemonía como fundamento de la construcción de un or-
den social superador del capitalismo. No hubo ni escuela de cua-
dros, ni procesos de educación masiva, ni una eficiente comunica-
ción política para el conjunto de las clases emergentes. Se apostó a
que el consumo, el acceso a bienes y servicios antes negados a los
sectores populares, crearía hegemonía política y reforzaría la lealtad
de estos nuevos sujetos para con los gobiernos que los favorecie-
ron. Nada de esto ocurrió, más bien todo lo contrario. El acceso a
renovados niveles de consumo en condiciones de carencia de edu-
cación política lo que hizo fue, como era previsible, “aburguesar” a
los sectores populares e inclinarlos a que adoptaran como modelos
de comportamiento aquel propio de las capas medias. Sectores po-
pulares promovidos social y económicamente por el progresismo
terminaron votando por las fuerzas de derecha. Ante esta realidad,
nada podría haber sido más beneficioso que el lanzamiento de una
revolución cultural y el diseño de una adecuada política comuni-
cacional que combatiera la “artillería de pensamiento” enemiga,
como decía Chávez. Lamentablemente, nada de esto ocurrió.
3. Hemos examinado este tema en detalle en nuestro artículo “Sobre el ‘post-progresismo’
en América Latina: aportes para un debate”, escrito en colaboración con Paula Klachko y
publicado en Rebelión, 24 de septiembre de 2016, así como en numerosos medios digitales.
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