Page 167 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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Cuando, a finales de 1970, se produce el colapso del capitalismo
              rentístico en Venezuela, este “ni prefigura ni saluda una etapa pos-
              terior”, advierte Baptista en 1997. Agrega: “el impulso hacia la diso-
              lución” del modelo “no proviene de nuevos arreglos que presionan
              por ocupar la escena”. En 2006, escribía: “Estos años recientes… han
              visto cómo se acentúan antiguas prácticas y, lo más interesante de
              notar, cómo se tratan de abrir nuevas”. En cuanto a las primeras, “se
              encuentra en marcha una política del Estado propietario publicitada
              con gran despliegue, a saber, la de intentar llegar más lejos aún con
              la distribución popular de la renta. Valga decir que las políticas guber-
              namentales al presente están signadas por una reiterada orientación:
              asegurar la transferencia de una porción de la renta originaria del
              Estado hacia los estratos sociales menos favorecidos”. No obstante,
              “no hay forma razonable de apreciar, todavía, si la presente política
              distributiva es más popular, más extendida y de mayores consecuen-
              cias de lo que fue la misma política que también estuvo presente en
              las décadas anteriores”. Respecto de las prácticas novedosas, afir-
              maba que “lo sobresaliente es el intento de redefinición del viejo
              y sobado lema de ‘sembrar el petróleo’. Al ámbito de significación
              de la frase, sólo local y económico como ha sido, se lo quiere ahora
              desbordar para cubrir también lo internacional y lo político”. Cuatro
              años después, escribía el mismo autor: “El tiempo contemporáneo
              de Venezuela atestigua la intención política de orientar el desarrollo
              del país en una dirección de sentido distinto a la que dominó el cur-
              so de las largas décadas anteriores. Colapsadas las estructuras del
              capitalismo rentístico y convertidos en añicos sus principales arre-
              glos, desde la acumulación de capital hasta la distribución del poder
              político basada en una cierta organización de partidos políticos, por
              qué no pensar, entonces, en que el proceso histórico podía dirigirse
              hacia formas de organización social no capitalista”.
                Lo que se deriva de la trayectoria del análisis de Baptista es que,
              si bien es correcto trazar una línea de continuidad entre la distribu-
              ción popular de la renta que acomete Acción Democrática y la que
              impulsa el chavismo, es preciso identificar también la ruptura que
              introduce este último: al chavismo no lo distingue su afán por distri-
              buir popularmente la renta, sino su intención de superar un modelo
              que colapsó hace casi cuarenta años. Además, se propone superarlo
              por la vía no capitalista.
                La naturaleza antisistémica del chavismo tiene, por supuesto, su
              correlato político. Entre otras, la novedad que entraña el chavismo,
              por ejemplo, es su condición de sujeto activo, “participativo y prota-


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