Page 165 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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Chávez llegó a afirmar, con razón, que nuestro siglo xxi había iniciado
con la rebelión popular del 27 de febrero de 1989. Tal rebelión tuvo
lugar contra un modelo de sociedad que adoptó su forma “moder-
na” justamente durante la dictadura de Gómez (1908-1935).
Es por estos años que se instalan las primeras transnacionales con
el propósito de explotar el petróleo venezolano. Como ha demostra-
do Tinker Salas, la industria petrolera “ejerció una amplia influencia
sobre la formación de valores políticos y sociales evidentes entre tra-
bajadores, intelectuales y miembros de la clase media”. Cual agente
“modernizador”, la industria petrolera puso en marcha un “proyecto
cultural hegemónico”, con su respectivo “estilo de vida petrolero”,
origen inmediato de nuestros actuales patrones de consumo. La ex-
pansión de la industria petrolera fue representada “como una lucha
épica entre dos culturas: una primitiva, rústica e indómita, y otra mo-
derna, cosmopolita, universitaria y refinada”. La cultura política de
la clase media se cimentó en la lealtad al capital transnacional y de
espaldas a la mayoría del país, a la que valoraba como sumida en el
atraso. En los campos petroleros tuvo lugar un “proceso de ingeniería
social” que alteró significativamente “el panorama rural y urbano de
Venezuela, inaugurando nuevos prototipos residenciales, patrones
de consumo y formas de organización social, teniendo influencias
sobre la moda, la diversión, los deportes y la dieta”. La industria pe-
trolera logró establecer un modelo de sociedad, un modelo a seguir,
reservándose siempre el derecho de admisión: “La representación
de una próspera economía petrolera transformando a la nación opa-
có el hecho de que una parte importante de la población venezolana
vivía al margen de la economía petrolera”. La Venezuela bárbara.
El modelo de sociedad que resulta de la empresa civilizadora de la
industria petrolera es lo que los estudiosos llaman “capitalismo ren-
tístico petrolero”. Para Bernard Mommer, “los quince años que van
desde 1943 a 1958 son los años dorados del capitalismo rentístico
venezolano, pues en este período el país se beneficiaba de un altísi-
mo nivel de renta”, con unas “contradicciones externas… dentro de
límites aceptables”, mientras que “en lo doméstico las contradiccio-
nes generadas por la distribución de la renta eran mínimas, con un
mercado interno en plena expansión”. En este contexto llega Acción
Democrática al poder, en 1945, y con este partido se produce, para
decirlo con Luis Ricardo Dávila, “la entrada de las masas a la escena
de la historia y de la política”. El “imaginario” adeco se articula en
torno a tres ejes: “sufragio universal, moralidad administrativa y des-
personalización del ejercicio del poder”. Sin restarle importancia a
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