Page 156 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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con un impactante 54 por ciento de los votos. En el interín, sobre todo
luego de los festejos del bicentenario de la Revolución de Mayo y de la
repentina muerte de Néstor Kirchner, en 2010, se fue consolidando, de
la mano de una retórica antiimperialista y antioligárquica, una especie
de “épica kirchnerista” que no estuvo exenta de ritualismos y sobreac-
tuaciones, ya que las políticas gubernamentales, incluso las más avan-
zadas e inclusivas, lejos estuvieron de modificar una matriz productiva
que consolidaba el modelo primario exportador y que beneficiaba a
los sectores más concentrados del poder económico, entre los que se
encontraban grandes firmas agroindustriales, petroleras y mineras.
Los límites del proyecto kirchnerista y la restauración de derecha
Desde fines de 2011, cuando el gobierno rompió con una parte im-
portante del sindicalismo tradicional, su base de sustentación –no
así su popularidad– se debilitó de manera sustancial, lo que lo llevó a
recostarse cada vez más sobre sectores de la clase media progresista
con escasa capacidad de movilización y de incidencia en la dinámi-
ca de la lucha de clases. Al mismo tiempo, la oposición al gobierno
se fue amalgamando en torno a un burdo sentido común de derecha
que lo tildaba de demagógico, corrupto, autoritario y populista.
Ese momento coincide, además, con una fuerte desaceleración
del crecimiento económico, con un aumento de la conflictividad sin-
dical impulsada por corrientes combativas y antiburocráticas y con la
implementación del llamado “cepo cambiario”, que impactó fuerte-
mente (más en un nivel simbólico que real) en sectores de clase me-
dia y alta. A partir de entonces, el gobierno optó por subirle el tono a la
disputa verbal con los grandes medios de comunicación, sin advertir
un descontento creciente en importantes franjas de las clases popula-
res, ya que a pesar de los innegables avances que tuvieron lugar desde
el punto de vista de la inclusión social, las condiciones de vida de los
sectores más empobrecidos continuaron signadas por la precariza-
ción, los bajos salarios, la falta de seguridad y múltiples dificultades en
materia de vivienda, transporte, salud y educación.
Sin prestar atención a este conjunto de demandas insatisfechas y a la
falta de una estrategia clara en relación a la sucesión presidencial, nunca
se podría comprender el avance de una oposición de derecha que fue
ganando terreno hasta imponerse en las urnas a fines de 2015, cuando
la brecha entre una retórica nacional y popular y la realidad cotidiana no
hizo más que agrandarse. La candidatura de Daniel Scioli, representante
de los sectores más conservadores del PJ, terminó sellando la derrota
electoral y poniendo en evidencia los límites del proyecto kirchnerista.
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