Page 108 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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Aprendimos que, además de mover al mundo, podemos pararlo
            En el actual contexto de pérdida de derechos, si hay un movi-
            miento que mantiene encendidos y desparrama los fuegos, es
            precisamente el movimiento de mujeres, con el feminismo como
            su energía principal. Las marchas masivas en todo el Abya Yala
            contra los femicidios, contra la violencia hacia las mujeres, por
            cada uno de los derechos arrebatados, han conmovido al conti-
            nente desde el sur hasta el norte. Las mujeres, que movemos al
            mundo, hemos aprendido que también podemos pararlo. El pri-
            mer paro que se le hizo a Mauricio Macri, en el sur del mundo, lo
            hicimos las mujeres. La primera marcha masiva en el norte contra
            Donald Trump, la hicimos las mujeres. Hay una potencialidad del
            movimiento de mujeres y del feminismo que puede ser un sostén
            para relanzar las políticas de creación de poder popular, desde
            abajo y a la izquierda. Interpelando a los gobiernos que, más o
            menos “progresistas”, pretenden sostenerse a partir de profundi-
            zar la estrategia en clave popular, apoyados en legados como el
            que dejara Hugo Chávez en su despedida: “Comuna o nada”, o en
            la síntesis realizada por Rosa Luxemburgo que tiene más vigencia
            que nunca: “Socialismo o barbarie”.
             Cuando el avance conservador de las derechas sopla en el mun-
            do, entramado en una “pedagogía de la crueldad”, como define Rita
            Segato la política cultural del capitalismo patriarcal de estos años,
            necesitamos resituar el debate de las izquierdas, pensando los lími-
            tes que han tenido las políticas etapistas que, defendiendo el extrac-
            tivismo, destrozan el mundo en que vivimos, los territorios que nos
            cobijan, los ríos, los bosques, que nos dan agua, oxígeno; privatizan-
            do y mercantilizando todas las dimensiones de la vida, en favor de
            unos pocos, y creando al mismo tiempo una subjetividad consumista,
            subordinada a las lógicas del capitalismo colonial y patriarcal.
             “Socialismo o barbarie” puede ser entonces un primer punto de
            nuestro programa, pero si hablamos de un socialismo descoloniza-
            do, un socialismo feminista, libertario, del buen vivir, que sea sobre
            todo un proyecto de poder popular, de conciencia  antipatriarcal,
            donde nos encontremos en nuestras raíces, en nuestras identidades
            múltiples, y en nuestra posibilidad de conjugar al mismo tiempo la
            soberanía alimentaria, energética, la soberanía sobre los territorios
            y los cuerpos, la soberanía popular y la soberanía política, a partir
            de revigorizar a las comunidades y a los pueblos en nuestras luchas
            continentales y mundiales.



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