Page 107 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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se rajan, y en la cual las mujeres están empujadas a hacerse cargo
              de las tareas de subsistencia, de producción y reproducción de la
              vida, dependiendo de políticas asistenciales y clientelares, perdien-
              do autonomía personal y colectiva en ese proceso, y teniendo que
              asumir la lucha contra la destrucción que significan en los barrios,
              en  las  poblaciones,  las  economías  “informales”  que  se  extienden
              sobre todo entre los y las más jóvenes, con las redes de narco, de
              corrupción, la formación de bandas o de “maras”, y de los modos
              más diversos en que se estructura en las entrañas de la sociedad el
              crimen organizado.
                Alimentar a la familia, buscar a las hijas desaparecidas, cuidar a los
              hijos víctimas del gatillo fácil, enfrentar la precarización de los servi-
              cios de salud, de educación, el acceso a la vivienda, se vuelven tareas
              de mujeres agobiadas, que para participar de movimientos políticos
              organizados y de procesos de formación política deben hacer cuatro
              o cinco jornadas cada día.
                En las comunidades originarias, donde las mujeres se han puesto al
              frente de la lucha por la vida, la respuesta del poder capitalista, colo-
              nial, patriarcal, es brutal: los “femicidios territoriales”, como carac-
              terizamos los asesinatos de Bety Cariño en México (2010), de Berta
              Cáceres en Honduras (2016), de Laura Leonor Vásquez Pineda en
              Guatemala (2017), y de muchas otras mujeres indígenas dedicadas
              al cuidado del territorio, han mostrado que hoy defender la vida nos
              puede costar la vida.
                Silvia Rivera Cusicanqui, polemizando con el gobierno de Evo Mo-
              rales en Bolivia, puntualiza lo que significa “lo indio” como episte-
              me: “Una es reconocer que los sujetos no humanos, montañas, ríos,
              animales, son entidades con las que dialogas. Todo lo hermoso que
              es entender la relación del trabajo agrícola con la relación metabó-
              lica, cósmica con la tierra. Un segundo elemento es el diálogo con
              los muertos. Viven, hablan y orientan a los vivos, y permiten identi-
              ficar los límites éticos que no puedes rebasar. El tercero: crear, vivir,
              tramar comunidad es la reproducción de la vida, implica una ética
              del cuidado por parte de hombres y mujeres. Otro tipo de relación
              hombre-mujer que también permita superar las brechas y jerarquías
              entre el trabajo humano y el intelectual, porque lo que haces con las
              manos es parte del metabolismo con el cosmos, porque participas
              en el ciclo de reproducción de la vida”. Estas lógicas, dice Silvia, son
              parte de lo que necesitamos recuperar desde los proyectos popu-
              lares para “cuidar la brasa” que nos permita, de tiempo en tiempo,
              reavivar los fuegos.


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