Page 112 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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En diciembre de 2005, con el triunfo de Evo Morales en Bolivia
se logra un quiebre crucial del paradigma de la élite gobernan-
te, al ser elegido un indígena aymara para ejercer la presidencia,
legitimado también por una nueva Constitución refrendada por
el pueblo boliviano en febrero de 2009, que incluye como estatu-
tos rectores conceptos pertenecientes a la cosmovisión indígena.
El artículo 8 dice: “El Estado asume y promueve como principios
ético-morales de la sociedad plural (…) el suma qamaña (vivir
bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena)…”. El
reconocimiento de las lenguas indígenas y de la noción de Vivir
Bien o suma qamaña como objetivo guía de la gestión de gobier-
no entraña una propuesta de proyecto de nación anclada en fun-
damentos autóctonos, anticoloniales y anticapitalistas.
En Ecuador, la Revolución Ciudadana también comenzó su mar-
cha con el llamado a una Asamblea Constituyente que luego de una
ardua lucha con el Poder Legislativo de entonces, conformada en
su mayoría por opositores al presidente Rafael Correa, logró en 2008
refrendar una nueva Constitución, cuyo principio fundador también
pertenece a los pueblos indígenas, específicamente a la cosmovi-
sión quechua, siendo el Buen vivir o Sumak kawsay el objetivo del
proyecto constitucional. En el capítulo segundo se encuentran los
Derechos del buen vivir, dentro de los cuales se especifican los dere-
chos culturales en los artículos 21, 22, 23, 24 y 25.
Tanto en Venezuela como en Bolivia y Ecuador se han desarrollado
políticas culturales que garantizan el acceso a bienes y espacios cultu-
rales antes constreñidos al uso elitista de las clases dominantes y los
medios académicos. También se han resignificado procesos históri-
cos fundacionales, resaltando figuras emblemáticas de las luchas in-
dependentistas en la región, en la continua actualización de la historia
como dispositivo común y cotidiano del presente de cada nación. En
este sentido, se ha logrado afianzar el sentir común grannacional que
defiende un proceso de conformación indentitaria nacionalista y anti-
colonial, a pesar de la difícil pulseada geopolítica que les toca enfren-
tar a organismos creados en esta lid como el ALBA, Unasur y Celac.
En los casos de Argentina y Brasil, los gobiernos que mantuvieron
el poder político hasta los años 2015 y 2016, respectivamente, si bien
dieron un giro importante al deslindarse del neoliberalismo y afian-
zar políticas sociales democratizadoras, no se plantaron un cambio
radical anticapitalista. Desarrollaron una visión parcial del cambio
social sostenido en una política más bien asistencialista y de regu-
lación moderada. Sin embargo, tanto los gobiernos de Néstor Kirch-
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