Page 114 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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relativos al poder, la acción transformadora y el derecho a la diver-
            sidad y la autonomía cultural, ligados siempre a la gestión del poder
            estatal. Esto último, que constituye un logro en medio de la debacle
            neoliberal, se erige también como su gran talón de Aquiles.


            Producción cultural vs. consumo cultural
            Aunque el Estado recobró en América Latina el deber y la potestad
            de proteger la diversidad cultural y el acceso a los bienes culturales
            por derecho, su misma naturaleza burocrática implicó la coopta-
            ción y ralentización de iniciativas populares que terminaron siendo
            vaciadas de sentido o instrumentalizadas exclusivamente en torno
            a procesos electorales.
             El acceso a los bienes culturales, si bien ha generado una mayor
            participación de la población en la vida pública, no ha sido suficien-
            te en tanto política que garantice el accionar cultural de las mayo-
            rías como potencia transformadora. Se trata de facilitar el avance
            de narrativas que por su autenticidad y diversidad logren realmente
            transgredir el entramado simbólico hegemónico, muchas veces for-
            talecido por políticas culturales de la misma izquierda y/o desde el
            Estado con gobiernos progresistas.
             En el Informe a la Nación 2016, el presidente Correa se lamenta de
            no haber logrado el “cambio cultural” deseado y afirma: “No hemos
            sabido generar la revolución cultural que modifique el espíritu de los
            ecuatorianos en términos estéticos y acorde con la nueva ética pre-
            gonada por la Revolución” . Quizá nos encontramos ante una falla de
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            principio, tomando en cuenta que la  “revolución cultural” no consis-
            te en “modificar” el espíritu de un pueblo sino en algo más cercano a
            generar y fortalecer espacios para potenciar su diversidad cultural de
            manera más activa y vinculante.
             Sin ánimos de recaer en posiciones autonomistas inmoviliza-
            doras o en lánguidas críticas desde la “sociedad civil”, el aparato
            estatal y su inevitable verticalismo debe dar paso a formas obli-
            cuas de hacer política pública. Un aspecto crucial es asumir la
            heterogeneidad de los sujetos que conforman las nociones de
            “espíritu  de  los  ecuatorianos”  o  más  bien:  “pueblo”, “sociedad
            civil”,  “poder  popular”,  “masa”  o  “ciudadanos”,  donde  no  sólo
            se  dialoga  con  organizaciones  sociales  o  actores  posicionados
            en una identidad precisa, o con meros consumidores y recep-
            tores de políticas, sino con una fuerza latente de subjetividades


            4. Informe a la Nación 2016: La década ganada. En línea en:
            http://www.elciudadano.gob.ec/informe-a-la-nacion-2016/
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