Page 111 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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como sistema todopoderoso a través de herramientas macroeco-
              nómicas como los Tratados de Libre Comercio y la imposición
              de trabas para la producción nacional y el intercambio regional,
              a la par de la promoción de la xenofobia y el rechazo a todo tipo
              de inmigración interna que alimentó la división y la dificultad de
              consolidar un proyecto grannacional. Las políticas culturales se
              redujeron a un escueto apoyo a las bellas artes y el “folklore”
              tipificado en algunas manifestaciones “exóticas”, y el desprecio
              concomitante de nuestras lenguas indígenas y nuestra forma de
              mezclarnos. El mercado y su alianza con los medios masivos de
              comunicación lograron convertirse en la báscula legitimadora del
              campo cultural.
                Salvo el caso de la Revolución Cubana y su impresionante de-
              sarrollo en las artes y la educación, que logró exportar cine, lite-
              ratura y música de gran calidad a la par que incluía a la pobla-
              ción en planes de acceso a bienes culturales y de formación en
              todas las áreas del saber, la región fue presa de un sistemático
              intento de neutralización identitaria por parte del Estado, cada
              vez más reducido a su rol de ciego protector del libre mercado y
              de los cánones impuestos por la ley de la oferta y la demanda y
              su publicidad. Disfrazadas de multiculturalismo y permeadas de
              globalización, las gestiones en materia de políticas culturales de
              la mayoría de los países de la región no escaparon del “sueño
              americano” o el “affair francés”, calcando modelos foráneos y
              despreciando con holgura la fuerza de la diversidad de las len-
              guas y las historias de nuestros pueblos.
                Ya en los estertores del siglo  xx, luego de eventos que produ-
              jeron una ruptura definitiva con el modelo neoliberal, como el
              Caracazo en 1989 o la irrupción en 1994 del Ejército Zapatista de
              Liberación Nacional, se siente en América Latina un fuerte giro en
              la dirección que se consolidaría más adelante como un verdadero
              “cambio de época”.
                En 1999, con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia en
              Venezuela se instala una forma diferente de gobierno que co-
              mienza su accionar con el llamado a la Constituyente popular y
              al diseño participativo de una nueva Constitución, un nuevo libro
              del pueblo, o Popol Vuh como le gustaba comparar a Chávez.
              Desde el preámbulo de la nueva Carta Magna se instituye la cul-
              tura como un derecho inalienable de los pueblos y en el capítulo
              vi se esgrimen los artículos referentes a los derechos culturales
              y educativos, específicamente en los artículos 98, 99, 100 y 101.


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