Page 97 - Yo quiero ser como ellos
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Te oyeron los alzados, aquellos guerrilleros de Argimiro y el
Chema. Y el obrero en la fábrica y la obrera en la huelga. Y te oyó
el Aula Magna de tu Universidad. Y en las calles entre piedras y
bombas lacrimógenas, te oyeron multitudes de alegres liceístas. Y
también cerro arriba, te oyeron los techos de cartón. Y te oyeron
las lluvias y los truenos y los rayos. Y en las noches de oprobio y
de persecuciones, tu voz se hizo relámpago y alumbró los caminos.
Te oyeron, Alí nuestro, desde su rebeldía indomable, los
heroicos presos del Cuartel San Carlos, de todas las prisiones y
T.O. Y desde su agonía, escucharon tu Canto en Dolor Mayor, los
caídos en Cantaura y Yumare y en todos los montes sorprendidos
al filo de los sueños.
No hablemos de los vetos. De los grandes medios que
quisieron apagar tu canción. No pudieron silenciar con sus largos
silencios la Canción Bolivariana. Porque la canción se hizo pueblo
y se hizo revolución.
Una tarde te preguntaste con admiración: “¿Qué sería de la
tonada/ si no existiera Simón?”. Y nosotros nos preguntamos con
la misma admiración: ¿Qué sería de la Canción Bolivariana de no
haber existido Alí Primera?
Otro día nos pediste: “Que mi canto no se pierda”. Y no se
perderá, Alí, porque en estos 70 años de tu luz, en el regazo de la
Mama Pancha y el olor de los semerucos, nada ni nadie calla ni
callará al cantor.
En tu 70 cumpleaños, nos robamos tu verso para decirle al
mundo: “Su sangre era un poema y abrazó su corazón”.
Un abrazo de canto, poesía y liberación en la voz inmortal
de Alí Primera, el camarada, el panita.
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